jueves, 15 de enero de 2015

Información (medio) pública

Desde 2002 en que se publica la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública; diversas solicitudes habían sido “boleadas” de manera repetitiva entre el “organismo garante” de la transparencia y las Dependencias del ejecutivo federal, sólo por citar algún ejemplo entre 2002 y 2012 la PGR “logró” no dar respuesta a más de 2,000 solicitudes bajo argumentos de secrecía, de interés nacional, de averiguación previa en proceso y hasta de Seguridad Nacional.  Otras Dependencias del Ejecutivo como la SSP (simplemente declaraba información clasificada)

Un caso paradigmático es el referente al uso del IFAI como instrumento de presión y extorsión por parte de una de sus comisionadas al realizar “solicitudes” anónimas y luego presionar al consejo para que se tramitaran; otro caso fue el de los beneficiarios del FOBAPROA que “amparados” en una argucia legal lograron que no se abriera la información.

Pero una verdadera joya de los “logros” de ese instituto fue cuando en agosto pasado desclasificó los archivos de 1968, es decir nos dio acceso a esa información en agosto pasado apenas 46 años después de haber sucedido, lo que nos da esperanza de que en 2040 tengamos información de quienes recibieron nuestros recursos a través del FOBAPROA en 1995.

Yo les puedo decir que en 2008 y 2009 el IFAI en un enfrentamiento directo con el GDF “pago” al “distinguido” periodista dos contratos por más de 2 millones de pesos para la “PRESTACION DE SERVICIOS DE PUBLICIDAD EN NOTICIEROS DE RADIO PARA LA DIFUSION DEL SPOT "CIUDAD DE DOCUMENTOS"", que no existió y que además no está facultado el IFAI a realizar.  Los recursos públicos usados para fines políticos.

Estas limitaciones y diversos reclamos sociales llevaron a realizar modificaciones a la Ley y facultaron al IFAI en materia de protección de datos personales, que desde hace dos años se están “instrumentando” y que seguramente en unos años tendrán los frutos que espera la sociedad.

Todo ello viene al caso pues hace un mes los señores funcionarios públicos federales “autorizaron” a la Secretaría de la Función Pública (o lo que sigue estando ahí ante la imposibilidad de darle el tiro de gracia) para que publicara una versión pública de su declaración patrimonial, que sirve para nada; ayer los funcionarios del GDF realizaron la misma farsa, en una práctica publicitaria sin mayor efecto real.

También viene al caso por las investigaciones y peritajes realizados en la bodega de Tlatlaya (edoMex) tras la intervención de miembros del Ejército mexicano, que también en la práctica de boleo (darle vueltas a la solicitud y regresarla al IFAI) tiene unos meses sin dar respuesta a solicitudes específicas de información.

Los mexicanos según la ley tenemos derecho a enterarnos de TODAS las acciones de las instancias gubernamentales, sin embargo, entre el IFAI y las dependencias gubernamentales eso se restringe a lo que les da la gana informarnos.

La información del poder legislativo se pierde en una infinidad de “acuerdos parlamentarios” que nos impiden conocer el destino final de los recursos públicos canalizados a las fracciones parlamentarias y que muy probablemente son destinados a acciones (actividades) de proselitismo partidista y coptación de opositores.

En el ámbito del poder judicial, la transparencia es una ilusión tan lejana que simplemente no puede ser vista como real; sólo como ejemplo puedo citar que ahí hay pago de viáticos a personas que no son parte de las estructuras administrativas, viajes hasta a París a hijos y “amigas” de algunos magistrados y hasta “transferencias” no autorizadas a personas físicas y morales; baste revisar que hacían 110 millones de pesos del Tribunal Superior de Justicia del DF (de nosotros) en una institución (no regulada) del sistema financiero mexicano.

La transparencia, algo básico en la democracia en México es un sueño que ni se apresura ni se le ve fin.  Ahí en esos presupuestos más de 900 mil millones de pesos son dedicados a promocionar la imagen de nuestros administradores.

Hay legislación suficiente para encarcelar a los corruptos, a los rateros, a los que usan y desvían recursos públicos, pero no hay quien lo haga.

SALUD

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