Antes que nada el acto de presupuestar (en la administración
pública o privada) consiste en costear lo planeado; en la administración privada
el establecimiento de cualquier nueva actividad económica implica un proceso de
planeación y de presupuestación (base cero) es decir, de todo lo que se tiene
que contemplar para que esa actividad pueda realizarse; en la administración
pública esa misma técnica se aplica para los nuevos proyectos, por ejemplo la
elaboración de materiales didácticos para la atención de adicciones en jóvenes
de secundaria.
La técnica no es nueva, a mediados de los 60 en el
Departamento de Agricultura del gobierno gringo, se aplicó; resultando en un
verdadero desastre, pues además de tardado o extemporáneo (muy extenso en el
tiempo) no consideró cuestiones muy elementales como traslados de supervisores
o pagos de depósitos en localidades apartadas de semillas.
En 1970 se aplicó por primera vez con éxito privado en la
presupuestación de Texas Instruments y poco después con resultados (aparentes)
en la presupuestación del estado de Georgia, aunque tuvo fallas importantes que
se tuvieron que “corregir” en la operación.
Ya en México ha habido algunos intentos por aplicarla a la
administración pública, si no mal recuerdo en el presupuesto de 1985 (recesión)
se usó para dos o tres dependencias y cuando menos en el caso de la Sectur fue
un verdadero desmadre. Hacia mediados de
los 90 (crisis del 95) se volvió a intentar su aplicación, en esta ocasión en
Entidades descentralizadas y desconcentradas y volvió a fallar, recuerdo que el
CONAFE no podía comprar hojas de papel carta después del mes de mayo en que se
había acabado su disposición presupuestal o que CONACULTA en agosto había suspendido
todas las salidas de personal pues ya no había recursos en las partidas
correspondientes. En todos los casos, la operación "normal" del monstruo burocrático se comió los recursos "estratégicos" programados.
La presupuestación base cero, es en el sistema de
administración pública federal, una buena intención, hoy se sabe que del 1.5
millones de plazas de profesor que se pagan unas 200 ó 250 mil son
innecesarias, en un presupuesto base cero simplemente desaparecerían; hay en la
milicia asignaciones (haberes) que en general son insostenibles y debían
desaparecer; en muchos municipios los últimos días del mes mandan a todas las patrullas
a circular todo el día, para acabarse la dotación de combustible que les fue
asignada. LOS
EJEMPLOS SON REALES.
En un ejercicio como ese, el Estado mexicano (como dice la
Constitución) debía presupuestar, sólo por poner un ejemplo: gises o papel de
baño para todos los inmuebles escolares del país, pero si no sabemos cuántos de
ellos tienen baño o pizarrón, como saber cuánto papel o que cantidad de gises
se requiere.
Les digo que en 1985 la SEP fue una de las “elegidas” para
ese ejercicio, sólo en el DF, sólo en el nivel preescolar, sobraban unas 1 mil
plazas (de 7 mil que estaban asignadas) en total para ese año unos 40 millones
de pesos, pero sólo para cambiar pizarrones y muebles de baño deteriorados de
los 1,300 edificios (unos 2,000 escuelas) se requerían más de 100 millones,
entonces con horror los señores de hacienda dijeron “olvidalo, eso está mál” y
mi respuesta fue “lo que está mal es que pidan base cero sólo en plazas y no en todo el
presupuesto”.
Han pasado 30 años, han mejorado inmensamente los equipos y
programas de cómputo que permiten cotizar casi en tiempo real y e manera muy
dinámica lo que se requiere casi a nivel de micro acción (actividad o tarea),
es decir no es una cuestión de capacidad tecnológica; hay suficiente
experiencia en los técnicos que realizan los ejercicios presupuestales, para
hacerlo; se han generado bases de datos de costos por unidad muy eficientes que
permiten hacerlo.
Lo que no hay es dinero suficiente para satisfacer las
necesidades en sectores como salud, educación, alimentación y desarrollo social. Un presupuesto base cero es otra ocurrencia
del actual gobierno, ante la desesperación por la crisis que se avecina.
SALUD
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