Hace tiempo escribí una biografía de Emilio
Chuayffet, la conclusión entonces fue que “nunca acabó nada de lo que había
iniciado en su vida”: fue Presidente municipal de Toluca pero despachó
como Secretario de Educación y Cultura de Alfredo
del Mazo; no pudo imponer a su sustituto en la presidencia municipal y
quedó mal con el profe Hank; pese al apoyo del profe, nunca se consolidó como un
pilar de la estructura hanksista (pues decía Carlos Hank que él no era de Atlacomulco sino de Tianguistengo); después
fue Secretario General de Gobierno de Mario
Ramón Beteta, con la consigna de posicionar a Alfredo del Mazo para la candidatura a la Presidencia de la
república y tampoco lo logró; fue el primer titular del IFE y no realizó nada
relevante; su elección como gobernador fue muy cuestionada y a la mitad de esa
administración (que tampoco terminó pues la abandona para hacerse cargo de la
Segob en 1995) “perdió el control” de la legislatura local; una evaluación de
su “administración”
en Segob, simplemente lo hace ver MUY mediocre, sólo por recordar no concretó
la reforma electoral y su desastroza actuación en el caso de San Andrés Larráinzar,
pero lo pior (así) fue el financiamiento a paramilitares chiapanecos y la
matanza de Acteal, lo que lo sacó de ahí apestado; después fue a la LIX legislatura
y “se
equivocó” al intentar engallarse frente a verdaderos gallos de pelea,
recibiendo aquel “¿Qué epitafio quieres en tu tumba?” de la otrora todo poderosa
profesora.
Aquella entrada
concluyó “Ya ahora después de las primeras batallas en materia de Reforma
educativa, parece que será otro proyecto inconcluso de EMILIO CHUAYFFET CHEMOR”
No es que no me importe la educación, soy un convencido de
la necesidad de lograr una educación de primer mundo y conozco algunos de los
procesos educativos que deben modificarse para lograrlo (más de 50 post al respecto
lo demuestran); es más puedo asegurar que la evaluación docente es un proceso
fundamental en la mejora de la capacidad (las capacidades de los maestros), es
decir, saber cuál es el nivel de los docentes, permitirá saber cuál es la
necesidad de formación o actualización que requiere.
No me alegro del “fracaso” de algo que estaba
fracasado desde que se decidió que un fracasado lo condujera.
Me molesta que lejos de negociar una verdadera reforma
educativa, se haya centrado todo en una reforma laboral docente.
Tampoco me pronuncio respecto de la necesidad de que se vaya
Chuayffet, pues desde mi particular
punto de vista, nunca debió de haber llegado, pero como entre ellos los
pleitos personales los pagamos los mexicanos, pues lo pusieron ahí para
mostrarle a Elba Esther Gordillo un
poder ilusorio, sólo demostrando que la profesora desde la cárcel es mucho más
poderosa que el hombrecito que “dirigió” la educación nacional
durante casi tres años.
Pero es importante que los procesos perdidos durante esos
tres años, se recuperen de inmediato, es ahora, cuando la sociedad (empezando
por los legisladores que dicen ser sus representantes) retomen el tema y al
margen de filias y fobias, se realice una verdadera reforma educativa que sea
capaz de poner a México a la vanguardia en esa materia.
Comprometiéndose a mejorar la calidad de manera integral,
teniendo como UNO de sus ejes la formación, actualización y capacitación
docente.
Una reforma en la que el INEE sea un mecanismo para mejorar la calidad docente, pues hoy la hoguera ya quemó a Chuayffet, pero la educación sigue siendo una preocupación.
SALUD
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