En la vida, el ser vivo se evalúa a diario, es una condición
natural, es un proceso inevitable permanente, de hecho, la evaluación de los
seres vivos permite la evolución de las especies, al dejar de lado a los seres
menos aptos, eso se denomina selección natural o evolución de las especies y es
la teoría más aceptada para explicar el desarrollo de los seres vivos.
La evaluación de los procesos productivos, de las
actividades humanas, de los actos sociales, permite establecer los mejores
caminos para lograr resultados estándares o mejores efectos. Son microprocesos realizados a diario y de
manera sistemática que permiten a una empresa (o a una persona) evitar caer en
los mismos errores o evitar en la medida de lo posible reincidir en ellos.
Los humanos de manera permanente nos autoevaluamos y como
resultado decidimos uno u otro camino (alternativa) o el tránsito hacia otras
opciones. Ello nos hace mejores seres
humanos (o menos malos), para actividades productivas o se servicios, hay
además procesos de mejoramiento o actualización que al ser transmitidos
permiten mejorar los resultados de esos procesos.
En los procesos educativos la metodología, la actualización
de contenidos y los mismos procesos de educación (enseñanza) requieren un
permanente mecanismo de actualización y mejoramiento de los educadores y (por
lo tanto) de los educandos. De hecho en
las Condiciones
Generales de Trabajo (de la SEP) que es un instrumento de 1946 NO hay
mención alguna a los procesos señalados, pero es más, el Reglamento
de escalafón de los trabajadores al servicio de la Secretaría de Educación
Pública de 1973, tampoco se hace referencia a ellos.
Es decir, hasta ese entonces la profesionalización de los
maestros era irrelevante, pues la importancia del sistema, la intencionalidad
estaba en lograr la cobertura universal en educación primaria.
Es a partir de mediados de la siguiente década cuando se
hacen los primeros intentos por establecer un “servicio civil de carrera” sin
frutos prácticos, además ya para entonces había otras prioridades en el Sistema
Educativo Nacional es decir la descentralización o transferencia de recursos
(materiales, humanos y financieros) a las entidades federativas y por lo tanto
el intento de Mejoramiento Profesional del Magisterio queda tan sólo en una
buena intención sin contenido, sin estructura programática y Carrera
Magisterial que inicia operaciones en 1987 nace muerta, pues inmediatamente es
coptada por intereses fácticos y por las estructuras sindicales.
Apenas en 1987 el resultado de un diagnóstico sobre la
plantilla docente de primaria en seis entidades federativas (incluido el DF)
hablaba de gravísimas deficiencias en conocimientos, de inmenso abandono metodológico
y de graves carencias en el manejo de técnicas educativas; era en pocas
palabras desolador el panorama y NO había mecanismo alguno capaz de proponer un
camino para aliviar la situación.
En ese entonces el SNTE propuso un gran programa de
igualación docente (claro ellos manejarían los recursos, determinarían los
contenidos e incluso administrarían tiempos y cedes de formación) SALUD
La evaluación permanente del magisterio en servicio, quedó relegada desde entonces y hasta la fecha, un cuarto de siglo sin interés por evaluar maestros, con causa justificada como podrá verse más adelante, pues una innovación en educación en México, implica unos cinco años entre el diseño y la implementación final y requiere además componentes internos y externos capaces de dar soporte a la medida.
Lo único que se logró fue la creación de plazas de tiempo completo y ¾ de tiempo, que también fueron a parar a manos de los consentidos del régimen. Tras el “lanzamiento” de carrera magisterial vino un gran cataclismo sindical y la disgregación que sólo complicó las relaciones laborales y propició que algunos gobiernos estatales aprovecharan el surgimiento de estructuras sindicales paralelas, para “encarecer” su apoyo a la descentralización, mientras que otros aprovecharon para fortalecer sus esquemas de mejoramiento de la calidad, apenas ayer señalaba que Baja California y Nuevo León optaron por el camino de evaluar de manera permanente a sus docentes (incluso dejaron en manos de la comunidad la permanencia del maestro) y otros como Tabasco y Sonora creyeron en la capacidad de los municipios para organizar y decidir en materia de operación educativa.
Lo único que se logró fue la creación de plazas de tiempo completo y ¾ de tiempo, que también fueron a parar a manos de los consentidos del régimen. Tras el “lanzamiento” de carrera magisterial vino un gran cataclismo sindical y la disgregación que sólo complicó las relaciones laborales y propició que algunos gobiernos estatales aprovecharan el surgimiento de estructuras sindicales paralelas, para “encarecer” su apoyo a la descentralización, mientras que otros aprovecharon para fortalecer sus esquemas de mejoramiento de la calidad, apenas ayer señalaba que Baja California y Nuevo León optaron por el camino de evaluar de manera permanente a sus docentes (incluso dejaron en manos de la comunidad la permanencia del maestro) y otros como Tabasco y Sonora creyeron en la capacidad de los municipios para organizar y decidir en materia de operación educativa.
Los resultados de estos procesos están a la vista, aunque no
conozco “evaluaciones” serias respecto de los procesos, puedo asegurar que hoy
mantienen estándares educativos por arriba de la media nacional (incluso Tabasco
que en 1985 se encontraba entre las entidades federativas con mayores rezagos
hoy está muy lejos de esos problemas)
Hay experiencias educativas, en materia de operación, de
metodología e incluso de revisión permanente de contenidos que NO se están
aprovechando para una verdadera reforma educativa, hay casos de éxito que
muestran un camino diferente a la simple evaluación docente dentro de dos años.
No entiendo como una reforma administrativa cuyo único
elemento novedoso
es la “evaluación” docente y la autogestión administrativa por plantel puede
trastocar realmente un sistema anquilosado y carente de capacidad de innovación,
considero que evaluar al docente es indispensable, que llevar a ellos
herramientas capaces de permitirles desarrollar en mejores condiciones su
labor, es una tarea que olvidamos hace años, que propiciar mejores niveles de
desempeño a partir de estímulos focalizados, sería una actitud loable que
pudiera mejorar resultados en zonas específicas del país.
Señalo que el hecho de que “En
algunos casos, la creación de plazas ha tenido desviaciones con respecto al
objetivo de cerrar las diferencias existentes en el número de alumnos por
maestro, llevando a un exceso de personal en algunas entidades” no
es culpa de los contratados y si es constitutivo de delito que habría que
perseguir, pero que esas personas contratadas para ser maestros no sean
maestros, debiera en estricto apego a derecho ser corregido de una manera clara
e inmediata.
Sin embargo, la formación de formadores (maestros de
maestros) es una actividad abandonada por el estado mexicano desde hace 30
años, los centros educativos para la formación docente se han cerrado o
transformado en tecnológicos (bachilleratos terminales) estatales.
Es decir, hoy no hay capacidad para la actualización docente
ni siquiera en 80 grandes centros urbanos, algunos de ellos tan alejados de los
verdaderos problemas educativos Montaña de Guerrero, Soconusco, Sierra de
Chiapas, las Huastecas y Mixteca de Oaxaca) como a siete horas.
Que los recursos para la actualización (y en algunos casos
la formación) del docente son absolutamente limitados, pregúntense ¿cómo
formar a una maestra que tras haber terminado la secundaria ingresa a dar
clases en tzeltal (sin hablar esa lengua) a niños de una comunidad de Chiapas y
acaba 20 años después dirigiendo el sindicato más poderoso de América latina?
Pues alternativas a la simple evaluación, las hay, ingenio
para aplicarlas con una limitada cantidad de recursos debiera haberla.
SALUD
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