lunes, 19 de agosto de 2019

Marcha feminista y 4ª Transformación


Observé las imágenes de violencia, de enojo, de irritación, de hartazgo, de excitación, de intimidación y hasta de terrorismo y luego, escuche la justificación de esa violencia por parte de un sinnúmero de actores, van desde “nosotras tenemos otros métodos de lucha y este es nuestro derecho” hasta algunas de las convocantes que justifican la violencia dado que la “desigualdad” en el trato de la justicia respecto de las agresiones que ellas reciben; algunos y algunas han manejado el número de agresiones (desde como los hombres las miran con lujuria o de manera lasciva, hasta los abusos sexuales contra mujeres “detenidas” por la “autoridad

A partir de esa justificación de la violencia, resultado de la desigualdad que las mujeres reciben en la sociedad, de la inequidad contra ellas, me imaginé la violencia que podrían imprimir los indígenas o (para precisar) las indígenas pues la violencia y desigualdad en el trato jurídico y social contra ellas es simplemente abismal respecto de las personas pertenecientes a los dos primeros percentiles de ingresos nacionales (que en número sería semejante)

También me imagino la violencia que tendríamos derecho a ejercer los hombres mayores de 50 años que somos rechazados de cualquier oportunidad de trabajo o los mayores de 70 que somos ignorados hasta por los miembros de su familia o la violencia que otro pequeño grupo de población conocido como niños de la calle tienen derecho a imprimir.
Así pues regresé al discurso que a diario nos receta el Presidente de la república diciendo “pedimos disculpas por las afectaciones que la cuarta transformación genera, pero lo hemos hecho sin violencia

En realidad la presente reflexión es una excusa para tratar entender lo que significaría la violencia de parte de cada uno de los que nos sentimos relegados, ignorados, aislados, no tomados en cuenta y hasta denigrados por las instituciones, por las personas, por la sociedad o por algunas estructuras de gobierno.
Les he repetido a quienes me han querido escuchar que López Obrador escogió el camino de no confrontación con esos dos o tres o diez primeros centiles (o percentiles) de la población más beneficiada (económicamente) a los que denominó “fifís” (aunque muchos endejos y poco agraciados se quieren adjudicar el término) como un mecanismo de avance, de evitar desgastar capital político en luchas estériles que además llevarían a un empantanamiento administrativo.

Ha repetido que esto es un cambio de régimen, que se trata de desmontar desde la estructura todo vestigio del neoliberalismo (lo ha comparado de manera sistemática con un neoporfirismo) de acabar con el sistema corrupto que se formó en los últimos 36 años y que para ello se requiere la mayor cantidad de energía social.

Los que ahora “justifican” los actos violentos que se generaron en la protesta del viernes pasado, dicen que diario hay nueve víctimas mortales y ¿cuántos hombres?; dicen que una de cada diez mujeres asesinadas en México son niñas ¿cuántos son niños?; señalan que 80% de las mujeres se “sienten inseguras” y ¿el porcentaje de hombres es diferente?; dicen que urge se declare la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres y ¿eso resolverá el problema?

Hoy ya, como una respuesta orgánica de parte de la comentocracia (radio, prensa escrita y tv) se nos hace ver el “enorme” reto de la autoridad para reducir la brecha en el acceso a la justicia de parte de las mujeres, en realidad debiera de hablarse de la brecha de injusticia entre gente según su estrato social, o de la brecha de impunidad o de “incapacidad” de la justicia para llevar a proceso a quienes tienen poder político, social o económico, o de la brecha de ilegalidad permanente (o de incapacidad de la autoridad para hacer cumplir la ley)

Parece que ya los fifís encontraron un esquema de violencia y quieren algunos muertos (reprimidos o inventados) para iniciar otra andanada contra la estructura gubernamental local y/o federal.

Parece que hasta ahora se han desmontados algunas de las estructuras de poder fáctico, pero ya empezó a dolerle a los verdaderos dueños de México y quieren violencia ya sea para acusar al régimen de represor o para llevar a las estructuras de gobierno a una espiral de violencia que detenga el cambio.

Si, la marcha feminista fue usada por alguna estructura de poder para confrontar, para tratar de lograr una confrontación.  No lo lograron y ahora recomponen la violencia al justificarla como resultado de desigualdad pero bajo ese esquema, hoy México sigue siendo muy desigual y pues si todos los que tenemos algo que reclamar los hacemos con violencia pues en unos meses estaremos en guerra civil.

SALUD

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