Hace unos años (entre dos y tres) comí en un restaurancito
(fonda) del centro de la ciudad de México, por la glorieta de Colón, atrás del
Centro de Convenciones que está en la calle de Balderas, se llamaba Kelly (y
Kelly era una mujer muy atractiva (venezolana o colombiana) que estaba sentada
en la mesa contigua de una fondita muy pequeña.
“Ella” explicaba a su interlocutor que el queso que había adquirido era
mejor que el que entregaba “el mensajero” (incluso pidió a uno de los meseros
que trajera un plato para que lo probara).
“El” un hombre amable y bien vestido sólo se limitó a
señalar que el trato era comprar quesos (y todos los productos requeridos) a
los “mensajeros” que “hacía tiempo le habían explicado el trato”
Hace unos meses regresé al negocio, ya no se llama Kelly, tiene otro nombre, ya no está Kelly (lástima, le gustaba mostrar sus atributos naturales) ya no es un negocio con atención y calor de hogar (pese a que la comida corrida sigue siendo la más barata del rumbo.
En ese restaurancito un “mensajero” pasaba diariamente a
dejar un bulto (con hartos billetes) para que fueran depositados al término de
la jornada, pasaban además otros “mensajeros” a dejar la mercancía necesaria
para la cocina diaria (carne, pollo, queso, verduras, huevo, agua o demás),
todos esos “mensajeros” son parte de la actividad económica de este país,
aunque en realidad son “integrantes del crimen organizado” son parte de un Clouster de negocio.
Son los que se encargan de “limpiar” el dinero de las
organizaciones criminales de este país.
Les platico otra historia, hace unos años un señor
“importante” rentó una bodega junto al negocio de un servidor, una bodega de
unos 60 mil metros cuadrados, según uno de mis empleados se dedicaba a
“producir” tecnología y por eso requería una gran cantidad de seguridad pues
instaló cámaras en cada una de las esquinas y llegaba en humer N-4 (aunque con
los vidrios bajados) y música de banda (de tipo sinaloense) a todo volumen.
Un domingo a la hora que abría el changarro, tras
disculparse (muy amablemente), me propuso un “negocio” –tu compras papel, –sí,
claro, –¿Cuántas? cajas, –no sé tres a la semana, –¿cuánto te cuestan?, –unos
500 pesos, –yo te las vendo a cuatrocientos, –pero yo necesito factura, –yo te facturo, es más te facturo el doble de
lo que compres. (no más comentarios)
De haber aceptado tan atractiva propuesta, hoy yo sería
parte de “ellos” estaría incluido en uno de sus clousters y seguramente
contaría con un “mensajero” que traería diariamente un paquete de billetes para
que los depositara al final de la jornada, para poder blanquear los “recursos
de procedencia ilícita”
“Ellos” son parte de nosotros, “ellos” somos NOSOTROS que
con una ambición desmedida hemos permitido que ahí estén.
Todos “ellos” desde el mensajero, pasando por todos los que
han sido incorporados a las filas del negocio, que son “beneficiarios” alternos
de recursos mal habidos, todos “ellos” se sienten amenazados a diario y algunos
de “ellos” como Kelly que intentó desafanarse de la asfixiante situación, acaban
por “salir” del asunto con los “pieces por delante” (así), los chamacos que
tras ser atraídos por el jugoso negocio de vender o de transportar la
mercancía, se ven involucrados en una espiral de violencia que escala a diario,
se sienten más “importantes” entre más violentos son y creen que sólo la rudeza
los salvará, sin embargo, en realidad la violencia y rudeza ahí desarrolladas
son la vorágine que degrada a sus personas, desintegra a las familias, desgarra
a la sociedad y degrada a México.
A “ellos” el crimen organizado les ha “ofrecido” una forma
de vida, a “ellos” la estructura económica paralela que se ha generado en
México, les “ofrece” la posibilidad de sobrevivir aunque sea en condiciones magras,
a “ellos” ese sistema les da la oportunidad de llevar alimento a sus familias y
les garantiza impunidad a cambio de sus servicios.
“ellos” son ajenos y ¿NOSOTROS somos cotidianos?, ¿nosotros
somos responsables de evitar esa degradación?, no, hemos generado un entramado
gubernamental, nos hemos dado “instituciones” que deben hacer su tarea y hasta
ahora NO LA HAN HECHO.
Nuestra responsabilidad será exigir a esas “instituciones”
la capacidad de ofrecer educación, salud, trabajo, cultura y esparcimiento para
todos.
SALUD