Aunque “Nos preocupa el consumo
de alcohol, el cual sigue siendo el principal problema de adicción en nuestro
país con un incremento ….” Bla, bla, bla (así lo comunicó un individuo que con gravísimos
problemas por esa adicción ha administrado este país casi seis años).
No es por menospreciar la falta
de convicción en el señalamiento, palabras carentes de valor para enfrentar un
problema, pues no se dimensiona a este en el verdadero sentido del mismo, pues
se le considera una “droga socialmente aceptada” es más has bien vista, incluso
algunos escriben que permite ”desarrollar actividades con completa normalidad,
incluso desde muy temprano”
Pero ¿por qué estar preocupados? El
consumo adictivo de alcohol en jóvenes pues esencialmente por tres razones, la
primera y quizá la más importante por que muestran un absoluto abandono de
políticas en materia de prevención de esta enfermedad (incluso malicioso si se
observa con los ojos críticos del abandono total de políticas de atención a
jóvenes), la segunda por que representa la imposibilidad del Estado Mexicano (todo)
para hacer de la juventud un valor positivo en su desarrollo y la tercera por
que en el ámbito económico nacional esos jóvenes que se integran a las filas
del alcoholismo representan una pérdida agregada permanente a la productividad.
Empezando por este último aspecto
el consumo de bebidas embriagantes representa un gasto social importante, que
merma la capacidad de consumo útil de las familias, que incluso genera descapitalización
familiar causada principalmente por la sustracción del patrimonio para la
obtención del vicio.
En cuanto a la “incapacidad” del
Estado Mexicano para aprovechar la capacidad de los jóvenes que representa (o
quizá debo decir representó) la capacidad de elevar sustancialmente la
formación de capital social de calidad y con estándares de porvenir dignos, lo
convertimos en un lastre ante la imposibilidad de ofrecer trabajo, servicios de
salud (preventiva y curativa), alimentación, cultura; pero sobre todo educación
pertinente y capaz de generar el motor de desarrollo que requería el México de
este siglo.
Finalmente y lo que mayor
preocupación me causa, es lo que parece ser un proceso integral de deterioro de
las condiciones socio políticas de esa población, pues una juventud
alcoholizada, representa la posibilidad de manutención del régimen, esos
jóvenes que hoy embrutecidos y mediatizados por el alcohol no tendrán capacidad
de organización, no serán capaces de defender sus derechos, no estarán en
posibilidad de acceder a trabajos dignos y bien remunerados.
Esos jóvenes por lo que se “siente
preocupado” el señor Calderón han sido responsabilidad de un gobierno sumiso a
los intereses de carácter local que ve en ellos un recurso que garantiza la
reproducción de las condiciones de desigualdad actuales, esos caciques locales
(políticos y sociales) han logrado mantener las condiciones de desigualdad a
costa de la reproducción permanente de vicios en el sistema económico, han
logrado “expulsar” de sus comunidades a todos aquellos que en aras de un mejor
futuro dejan la bebida (sin que las autoridades intervengan)
Esos privilegiados del régimen
que obtienen grandes beneficios a cambio de pequeñas prebendas para un grupito
de administradores públicos locales (de los que hoy se queja de manera amarga
Moreira que fue beneficiario –incluso promotor– durante toda su administración)
Esos privilegiados que en aras de
incrementar su poder caciquil depredan las condiciones sociales y aniquilan las
movilizaciones, esos son los principales beneficiarios de la incapacidad de una
administración federal que lejos de procurar una política de prevención y
atención de adicciones (como lo reconocen en la presentación de la ENA2011) se
ha dedicado a promocionar los “logros” del gobierno del presidente.
Como si promocionar algo que NO
existe fuera a generar su existencia.
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