martes, 18 de enero de 2011

Ellas son indígenas


Ellas además son mujeres y muy, pero muy pobres, ellas se llaman Jessika y Harka, no son hermanas más que por ser compañeras de miseria.

Bueno, en realidad no se llaman así, pues no han sido registradas, cuando intentaron registra a Jessika, les pidieron el registro de nacimiento o tres testigos y como hay que ir hasta la cabecera municipal a hacer el trámite, lo han dejado.

No van a la escuela, no hay escuela en la comunidad donde “viven” cuando hubo, el maestro sólo podía asistir tres días de la semana y en ocasiones dos, además era muy borracho y tocaba a las niñas en sus partes privadas (eso dicen los otros miembros de la comunidad), esa falta de educación ha hecho que sólo se dediquen a vagar.

La comunidad en la que viven, recolecta café y en ocasiones ellas son ocupadas para esa tarea, pues las manos infantiles resultan muy aptas, pero las jornadas son muy largas y debido al nivel de desnutrición, no siempre aguantan.

Harka tiene un hermano, el fue a la escuela hasta tercero de primaria, sabe leer y hace cuentas, por lo que ayuda a un señor que hace pan y le paga 30 pesos diarios.

Ellas, no hablan español, medio hablan Tenék y se dedican (cuando se puede) a levantar café, en unos cuantos años serán madres y mujeres de casa, en unos años serán parte de la modernidad que Vicente Fox prometió cuando andaba en campaña.

Ellas fueron la esperanza de este México, que don Felipe Calderón vio cuando llamó a los mexicanos y mexicanas a ser protagonista del cambio.

Ellas son parte del México que Enrique Peña mueve, aunque seguramente están muy lejos de llegar a algún lado con ese movimiento.

Ellas, como miles de mexicanas indígenas de este país son sólo parte de los olvidados de las administraciones, ahí en sus comunidades no hay luz, no hay médicos, no hay alimento y no habrá oportunidades.

Desgraciadamente, esa es la realidad del México de hoy, con una Reforma educativa que es en realidad reforma laboral y sin atención a los verdadero problemas nacionales.

Desgraciadamente es parte de la realidad de esos millones de mexicanos a los que se les hizo creer que con la Reforma energética llegarían millones de dólares para mejorar sus condiciones y que se quedarán esperando a mejores tiempos para las grandes petroleras.

Desgraciadamente ese México que no conocen nuestros administradores, ya no puede esperar, ya se cansó de esperar, mientras ellos hacen grandes negocios.

La corrupción de ellos y otro grupito, han dejado en esa situación de miseria a más de 4 millones de compatriotas, pero ellos hacen campañas a todo lujo con los recursos que debían destinar a mejorar esas condiciones de vida de los mexicanos.

Ellos hablan mientras ellas esperan.

SALUD



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