Esa entidad federativa que desde los 70 mantiene amplias
franjas de tierra destinadas al cultivo de marihuana (bajo los árboles de
aguacate y limón) y que desde los 80 ante el abandono de parte de todos los niveles
de gobierno inicia el “destino” territorial a la cosecha de ese enervante, sobreponiéndose
la organización criminal al estado a la legalidad a cambio de una embarradita.
Esa tierra en la que desde la década de los 90 la autoridad
(el Estado mexicano) perdió capacidad de control territorial, en la que las “instituciones”
simplemente abandonaron la plaza e ignoraron los reclamos sociales, fue
quedando en manos de la delincuencia y ellos establecieron la rectoría (normalidad)
local.
Ese mismo territorio que además de producir, empaquetar y
comercializar marihuana en Estados Unidos y hacia Asia, se convirtió también en
esa década en productora de metanfetaminas y fue santuario (además de la
mariposa monarca en invierno) de otras muchas actividades ilegales, creció el
secuestro, se incrementó el soborno a actividades legales, se entremezcló la
actividad legal con el crimen organizado, fue lavadero de grandes cantidades de
recursos ilegales. SALUD.
Lázaro Cárdenas (el puerto) hasta ese entonces casi muerto
por su muy bajo nivel de actividad inicia operaciones regulares de tránsito
marino con el oriente, ahí llegaba la cocaína que iba a Estados Unidos y partía
a Asia, ahí se fletaban barcos completos con marihuana a cambio de los
precursores para las metanfetaminas.
Ya a principios del presente siglo era un territorio muy
apetitoso para todos los grupos delincuenciales nacionales, los Valencia fueron
“convencidos”
por Los Zeta (entonces aun brazo armado el Cartel del Golfo) para actuar bajo
condiciones muy acotadas; la lucha entre El Golfo y Sinaloa fue cruenta y dejó una
gran cantidad de bajas, que la autoridad nunca aclaró.
Michoacán es desde 2007 territorio narco (especialmente las
regiones de Tierra Caliente y Costa) y ahí el contubernio y la connivencia
entre narco, autoridad y sociedad es absoluta.
De hecho, el “surgimiento” de La Familia Michoacana fue financiado por madereros y aguacateros
locales y con recursos del Cartel de
Sinaloa y de el “Chapo” Guzmán, como un mecanismo de “defensa” ante la sangría que
representaba para ellos la organización de Los
Zeta, así esa nueva organización criminal, tuvo desde su surgimiento base
gubernamental y social (por temor o contubernio).
El desmembramiento de La
Familia y el surgimiento de Los
Caballeros Templarios, tiene la intención de trastocar una organización
criminal, en un movimiento socioeconómico (con altos ingredientes confesionales
y religiosos)
Hoy Michoacán es un polvorín, que combina todo tipo de
ingredientes explosivos, la población abandonada desde hace tres décadas por
sus autoridades, está atemorizada por los niveles de inseguridad que viven de
manera cotidiana, pero además está muy molesta (encabronada) con los políticos
locales (que son parte de las mafias criminales) pues no ven en ellos una
garantía de contención de la violencia.
Los propietarios de los medios de producción (legales e ilegales) y
otros factores económicos (fácticos y legales) están sometidos a niveles de
extorsión hasta por tres grupos criminales de manera simultánea. Los “administradores públicos” locales que
sirven a una fracción de la criminalidad, a parte de sangran el erario público
entregando obra pública y recursos a las organizaciones criminales, están
temerosos de ser atacadops por los contrarios, están sometidos por todos.
La “administración pública” estatal que había
pactado con Los Zeta (a través de Nueva
Generación) está ahora acéfala y no es interlocutor en la materia.
En resumen, es un coctel explosivo, con una mecha muy corta
que se consume a gran velocidad y cuidado pues Guerrero y Tamaulipas no están
al margen.
SALUD.
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