El gobierno brasileño se apuntó para ser sede de la Copa
Mundial FIFA 2014 pues según Lula “había llegado el momento de mostrar al mundo
…”
Cuando en 2008 se le adjudicó este evento, Lula tenía el 79%
de aprobación, el gobierno tenía una reputación y estaba cosechándola.
Desde el principio del proceso, se sabía que en esos eventos
todos ganan, bueno casi todos: La FIFA miles de millones; las federaciones regionales
y nacionales cientos de millones; las televisoras miles de millones; los
patrocinadores cientos de millones; el gobierno brasileño y sus socios constructores
cientos de millones; claro alguien tiene que pagar esas ganancias y en general
son las audiencias y en particular los brasileños.
Así se dispuso la construcción y o remodelación de estadios;
la construcción de vías carreteras; construcción o readecuación de aeropuertos;
hasta la construcción de un puerto alterno el Río de Janeiro.
Entonces surgieron los primeros disidentes, que manifestaban
objeciones sobre las necesidades más urgentes de la población brasileña, de la brutal
pobreza de comunidades enteras; pero el gobierno las minimizó pues al valorar
el medir los costos políticos y ponerlos en una balanza contra los disturbios
que se presentaron consideró que eran “menores”
Valoraron además las
ventajas de obtener la copa FIFA.
Como resultado “natural” de estar en casa y un “programa”
para lograrlo.
Empezó pues el saqueo del erario brasileño, entregando las
concesiones para la construcción de estadios a los constructores (a los amigos
del gobierno); para construir carreteras con estándares mínimos de supervisión
y grandes ganancias; para la construcción de otra infraestructura con precios
alzados; la entrega de “exclusividades” para el manejo de
viajes y boletos; para la transmisión televisiva; para el manejo de grupos en
aeropuertos y puertos.
“Reacomodaron” a los brasileños que podían afear el evento,
mediante el “convencimiento” y la fuerza cuando fue necesaria. SALUD
Luego vino la fiesta, Brasil logra la calificación a la
segunda fase y ganó en un partido desangelado en octavos de final, todo parecía
convertirse en una ventaja para la administración brasileña, ellos consideraban
que una vez que “su selección” fuera campeona, se aglutinaría la población y
las protestas se convertirían en fiesta popular.
Pero ayer, tras la humillación que la selección nacional de Alemania
impuso a la de Brasil, se cayó el tinglado, se les reconvirtió el cielo en
infierno, de entrada Río de Janeiro y Sao Paulo, disturbios y manifestaciones
de protesta muy violentas hacen ver un panorama poco apacible para la
administración de la señora Dilma
Rousseff.
Todo apunta a que en breve, esos primeros desarraigados
urbanos, hoy violentos por que su selección nacional fue goleada y porque ellos
han sido marginados del “desarrollo” nacional seguirán violentos; todo apunta a
que los otros marginados del desarrollo nacional, los campesinos, los obreros,
los grupos originarios, los estudiantes, los jóvenes, los tantos otros que
simplemente eran (porque así se los había definido el régimen) espectadores (en
todos los sentidos) pasaran a ser actores, pasarán a reclamar de manera
decidida su pedazo de Brasil.
En México el saqueo seguirá hasta que tú quieras y te dejes.
SALUD
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