martes, 27 de agosto de 2013

Chenhaló y Acteal resabios de la intolerancia

Se hace ver como un conflicto de carácter religioso, de hecho en todo Chiapas se presenta este tipo de “fenómeno” desde hace cuando menos tres décadas, sólo como información, Chiapas desde el Censo general de población y vivienda de 1970 reportaba menos del 90% de población católica (el siguiente estado reportaba más de 95%)

En realidad, el “conflicto” es económico y político, esas poblaciones además de su pobreza han estado sometidas ancestralmente por grupos de poder económico y político que se apoyan en grupos religiosos (sectarios) que sirven de contenedores (mediatizadores) y a través de “la palabra de dios” distraen sus ímpetus libertarios.

La “evangelización” de estas poblaciones inicia desde mediados de los 60 y después del “YA BASTA” de 1994 tanto el gobierno estatal, como el federal, se encargaron de “proteger” a los evangelizadores, para contrarrestar los efectos de un movimiento indígena.

Siendo gobernador Eduardo Robledo, se instrumentó desde la federación un “proyecto” de infiltración de las organizaciones autóctonas y autónomas locales, para “evitar su activismo social y político”, de hecho Robledo Rincón se desligó de la administración federal al respecto y fue “sustituido” por Julio Cesar Ruiz Ferro, que “cumplió” cabalmente con el cometido desde principios de 1995 y hasta la masacre de Acteal en diciembre de 1997.

Ese trágico acontecimiento, parte de la historia negra de México y sus gobiernos, es resultado de una política de enfrentamiento entre hermanos, es consecuencia del “fortalecimiento” y militarización de grupos de choque para enfrentar a los “revoltosos

Hace apenas unos meses, los procesados y sentenciados por la masacre de Acteal, fueron puestos en liberad (no por ser inocentes, sino por violaciones al debido proceso) hoy han vuelto a Acteal y “reclaman” sus derechos.

El ejido Puebla, del municipio de Chenhaló desde hace más de un mes ha estado sometido a presiones por parte de algunos de esos liberados que reclamaban supuestos derechos por el terreno de una ermita católica.

Hoy, las tácticas paramilitares (el Know-How de Chuayffet) reaparecen en la zona y ponen en riesgo la débil estabilidad, pues hace poco menos de un mes, 20 familias fueron expulsadas de la zona y hace unos días el sacerdote católico secuestrado, vejado y golpeado, por esos grupos paramilitares, hoy envalentonados.

Ahora que los zapatistas vuelven a dar señales de activismo social, parece que la Segob y el gobierno del estado de Chiapas retoman los mecanismos de guerrilla paramilitar para amedrentar y en su caso atacar a los grupos locales.

Pues hoy se comunica, que se instaló un campamento para niños, mujeres y ancianos que “se desplazaron por temor a ser agredidos” con recursos de la parroquia católica y el grupo Las Abejas de Chenalhó (que puede ser agredido por paramiitares)

Es importante señalar que este tipo de acciones ya costaron vidas, que han dejado (aparte de muerte y destrucción) una estela de odio y violencia social permanente, que abrir esa herida puede significar el regreso a la violencia y la degradación de las redes sociales, de ese tejido social que tanto nombran y ni siquiera saben su significado.

SALUD


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