Se hace ver como un conflicto de carácter religioso, de
hecho en todo Chiapas se presenta este tipo de “fenómeno” desde hace
cuando menos tres décadas, sólo como información, Chiapas desde el Censo
general de población y vivienda de 1970 reportaba menos del 90% de población
católica (el siguiente estado reportaba más de 95%)
En realidad, el “conflicto” es económico y político,
esas poblaciones además de su pobreza han estado sometidas ancestralmente por
grupos de poder económico y político que se apoyan en grupos religiosos (sectarios)
que sirven de contenedores (mediatizadores) y a través de “la
palabra de dios” distraen sus ímpetus libertarios.
La “evangelización” de estas poblaciones
inicia desde mediados de los 60 y después del “YA BASTA” de 1994 tanto el gobierno estatal, como el federal, se
encargaron de “proteger” a los evangelizadores, para contrarrestar los efectos
de un movimiento indígena.
Siendo gobernador Eduardo
Robledo, se instrumentó desde la federación un “proyecto” de infiltración
de las organizaciones autóctonas y autónomas locales, para “evitar
su activismo social y político”, de hecho Robledo Rincón se desligó de
la administración federal al respecto y fue “sustituido” por Julio Cesar Ruiz Ferro, que “cumplió”
cabalmente con el cometido desde principios de 1995 y hasta la masacre de Acteal
en diciembre de 1997.
Ese trágico acontecimiento, parte de la historia negra de
México y sus gobiernos, es resultado de una política de enfrentamiento entre
hermanos, es consecuencia del “fortalecimiento” y militarización de
grupos de choque para enfrentar a los “revoltosos”
Hace apenas unos meses, los procesados y sentenciados por la
masacre de Acteal, fueron puestos en liberad (no por ser inocentes, sino por
violaciones al debido proceso) hoy han vuelto a Acteal y “reclaman” sus derechos.
El ejido Puebla, del municipio de Chenhaló desde hace más de
un mes ha estado sometido a presiones por parte de algunos de esos liberados
que reclamaban supuestos derechos por el terreno de una ermita católica.
Hoy, las tácticas paramilitares (el Know-How de Chuayffet)
reaparecen en la zona y ponen en riesgo la débil estabilidad, pues hace poco
menos de un mes, 20 familias fueron expulsadas de la zona y hace unos días el sacerdote
católico secuestrado, vejado y golpeado, por esos grupos paramilitares, hoy envalentonados.
Ahora que los zapatistas vuelven a dar señales de activismo
social, parece que la Segob y el gobierno del estado de Chiapas retoman los
mecanismos de guerrilla paramilitar para amedrentar y en su caso atacar a los
grupos locales.
Pues hoy se comunica, que se instaló un campamento para
niños, mujeres y ancianos que “se desplazaron por temor a ser agredidos” con
recursos de la parroquia católica y el grupo Las Abejas de Chenalhó (que puede
ser agredido por paramiitares)
Es importante señalar que este tipo de acciones ya costaron
vidas, que han dejado (aparte de muerte y destrucción) una estela de odio y
violencia social permanente, que abrir esa herida puede significar el regreso a
la violencia y la degradación de las redes sociales, de ese tejido social que
tanto nombran y ni siquiera saben su significado.
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