“México
es un país en paz y con Gobierno fuerte” SALUD
Osorio Chong
Cuando se escuchan comentarios tales como “la
ausencia del Estado en la crisis de seguridad es lo que nos ha colocado en la
situación de crisis en que nos encontramos” creo que válidamente, los
mexicanos debemos preguntarnos ¿no es el Estado un actor central en la prevención
de riesgos (de cualquier tipo) para la población?
Ante ese cuestionamiento y en tanto que según
Raúl Benítez Manaut, Investigador del Centro de Investigaciones sobre América
del Norte de la UNAM, la principal vulnerabilidad del Estado Mexicano es que el
“El
Estado es débil para llevar a cabo esa guerra” inmediatamente me surge
ora duda ¿entonces cómo debía emprenderse el ataque a la criminalidad
organizada?
El mismo autor señala después “La debilidad del Estado se plasma
en una elevada corrupción de los funcionarios policiales y judiciales, y en
algunos países también en la inteligencia y las fuerzas armadas”, en
realidad en México, eso no ha pasado exactamente de esa manera, en Los Señores
del Narco de Anabel Hernández quedan claramente marcadas las fases por las que
pasó la producción y venta de la droga en México, ahí se muestra que el
problema de un Estado débil en nuestro país, fue antes de la década de los 70 y
un la primera mitad de esta, después el Estado se convierte en protector y
finalmente, los “funcionarios” encargados de tareas de seguridad pública, se
convierten en los capos.
Recordar casos a nivel federa como el de Arévalo Gardóqui o González Calderoni, a nivel local como el de Jesús Myazawa o Cossio
Vidaurri; son sólo anécdotas que poco ayudan, pero pueden aclarar mucho de
lo que hoy pasa.
El gobierno (parte del Estado) se convirtió en actor, fue
coparticipe de la actividad criminal y la población (otra parte del Estado)
dejó que eso pasara en el territorio (la última parte del Estado).
Entre ellos (los gobernantes) se arreglaban, se
distribuyeron el pastel, se dividieron el territorio, se “pusieron de acuerdo”
para, primero de manera silenciosa (entre mediados de los 70 y finales de los
80) realizar sus actividades ilícitas y, después de manera violenta (desde
principios de los 90, en que inicia la apertura política nacional) lograr su
permanencia.
Entre ellos y a obscuritas partieron y compartieron, en fin
departieron de las mieles de la criminalidad y los “asuntos” los arreglaban
en petit
comité, la llegada de cinco procuradores a la PGR durante el salinato, el
“acuerdo”
para la “llegada” de Antonio
Lozano Gracia durante el zedillismo, son sólo parte de esas componendas
y al margen de las banalidades, de los escándalos, de la inmediatez con que
tratamos (o trata la prensa escrita y hablada) esos temas, hoy somos rehenes de
“instituciones”
que lejos de atender, son parte del problema.
En Michoacán no hay ausencia de estado, el estado es parte
de la crisis (ha sido siempre), es responsable de este nivel de violencia. SALUD
La “aparición” de brotes de violencia en
Hidalgo y su frontera con el estado de México, es la respuesta que Fausto Vallejo (y su banda de
criminales autorizados localmente) dan a los “intrusos” que van a tomar
su territorio.
Entre ellos pelean con las armas que saben pelear, por
mantener sus canonjías, mientras la población sufre las consecuencias de una
violencia incontenible.
Eso son nuestras “autoridades”, actores del problema y
quieren convertirse en salvadores de la patria, ya se acabó el pastel y no
saben como tirar el plato en que venía, como los niños van y lo devuelven al
refrigerador, esperando que nadie se de cuenta.
Ahora es el tiempo de nosotros, los que estamos hasta la
madre de ellos, es el momento de hacerles saber que ya no hay más “acuerdos”
y que somos los verdaderos conductores de nuestro destino.
SALUD
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