Hoy tanto en los medios tradicionales como en lo
alternativos, hay una inmensa polarización respecto de la “importancia” de la
presencia del jefe del Estado Vaticano y máximo representante de la religión católica
en el mundo; no me sorprende, pues una sociedad fracturada por tantas
cuestiones, no podría dejar de lado un acontecimiento como la visita de tan
distinguido personaje.
Los mexicanos se declaran católicos en más del 80%
(aunque el 80% de ellos sólo asiste a servicios religiosos en caso de extrema necesidad)
así pues, para más de la mitad de la población mexicana la visita de Jorge Mario Bergoglio, es un evento tan
intrascendente como improductivo. Del
resto de los mexicanos más o menos la mitad lo considera un acontecimiento y la
otra parte un evento denigrante.
Así, podemos afirmar que hay una parte de la población
mexicana, muy interesada en la visita de su pontífice, como hay una parte a la
que le molesta esa presencia, pero esas partes, están atentas al desarrollo de
los acontecimientos; sin embargo, si se revisan los medios impresos, si se
escucha la radio o si se observa la TV, parecería que todos los mexicanos
estamos “agradecidos” con la presencia de ese personaje en nuestro territorio.
Es más hace unos días hasta en el STC metro de la Ciudad
de México, se habían colocado diferentes promocionales con la leyenda “Bienvenido…”
suponiendo que el señor va a transitar por ese medio de transporte; hoy mismo,
tanto en algunas avenidas de la ciudad como en puntos estratégicos de la zona
conurbada hay grandes promocionales que le agradecen su visita.
Pro ¿quién paga esas muestras de agradecimiento?, ¿quién
les autorizó ese gasto?, ¿por qué en nombre de todos lo hacen?; pues
esencialmente porque hay un grupito de personas a las que les interesa distraer
la atención respecto de otros temas de interés nacional y tienen nuestros
recursos, los recursos de los mexicanos y de los capitalinos para gastarlos a
su antojo.
También, en los espacios “informativos”
tradicionales la proporción de tiempo y relevancia de la presencia es muy
destacada, ocupa incluso en el peor de los casos una parte mucho más que proporcional
al interés social (pro y contra) y la totalidad es más bien en sentido
positivo.
Esa “información” destaca en donde se
entrevistará, con quién lo hará, cuáles serán sus actividades, como se
desplazará y hasta a qué hora recorrerá tales o cuales calles o avenidas, como
si para toda la población esos explícitos contenidos tuvieran una gran
relevancia.
Sin embargo, pocos, muy pocos espacios dedicados a las
razones (reales o formales) de la visita; menos espacio a los intereses de tan “distinguido”
personaje en nuestro país y mucho menos a la relevancia de sus palabras en relación
con temas de interés nacional, como: la violencia, el narcotráfico, los niveles
de corrupción e impunidad; claro ninguna mención a temas delicados” como: las
relaciones de la jerarquía católica con grupos delincuenciales o de los abusos
de algunos de sus ministros contra niñas y niños mexicanos.
El mutis absoluto respecto del efecto que la visita de
Francisco puede tener en caso de pronunciamientos críticos contra las
condiciones de desigualdad social nacional, me hace pensar que en caso (muy
remoto caso) de que se dé, simplemente será pasada por ato por parte de quienes
hoy agradecen su visita.
A ellos, a los que les interesa la visita, les interesa
por dos cosas, primero porque es un distractor de temas nacionales y segundo
porque a manera de catarsis colectiva, suaviza su culpa e “iguala” a los mexicanos.
Sin embargo, se acerca el día en que esos habladores,
esos medios que desde hace años se han encargado de distorsionar la realidad
nacional y de hace creer a los mexicanos que “estamos avanzando”, enfrenten
la realidad que el pueblo de México les haga enfrentarla.
SALUD
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