Como de antemano conozco la respuesta del gobierno respecto de la propuesta alternativa para atacar al crimen organizado, me propongo, sin ánimo de ser conclusivo, presentar algunos puntos concretos para la implementación de una estrategia alternativa de ataque al crimen organizado.
Desde hace algunos años. este país mantiene una deuda con su población, una deuda que de manera transversal (palabreja muy ad hoc para los intelectualoides administradores, de la que hasta su significado desconocen) y esta proviene esencialmente de temas no atendidos, un examen o como decíamos antes el diagnóstico no debe partir de las consecuencias sino de las causas.
Es importante reconocer que la estructura social ha sido permeada y vulnerada por las estructuras de las organizaciones criminales, en tres formas:
Generando estructuras económicas formales que ofrecen empleo e ingresos a comunidades locales (mediante actividades formales y además mediante la activación económica informal).
Infiltrando las estructuras reales de la economía formalmente establecida de la industria, del comercio y de los servicios formales de la economía, creando incluso comunidades económicas propias (clústeres) integrales que operan en el sector formal y que se presentan ante la sociedad como empresarios.
Imponiendo estructuras político-administrativas a nivel local y federal.
Pero es más importante entender como las organizaciones criminales han logrado esto en la sociedad mexicana, para ello intentaré realizar un corte transversal (así) en el tiempo y la sociedad mexicana:
Primero: Desde 1985 las estructuras corporativas consustanciales al Estado Mexicano, las que sostuvieron su estabilidad y dieron razón al discurso político que conmovía hasta las lágrimas, fueron minadas con la clara intención de debilitarlas y difuminar los efectos de un movimiento social de tendencia social-demócrata.
A partir de 1988 “el pueblo” como concepto y como parte del discurso y como ente real dejó de estar presente en el discurso de las “autoridades administrativas” nacionales y de muchas de las estatales.
En 1994 Colosio trató de recuperar ese discurso y ya ven, después, el pueblo, la razón de ser del Estado mexicano, no aparece en su discurso, sin intentar ser exhaustivo, en la revisión, por ahí algún despistado hace referencia a la población.
En la embriaguez de sacar al PRI de los pinos, nadie fue capaz de preguntarle ¿para qué?, algunos acabaran dándose cuenta que fue para meter un burro (en toda la extensión de la palabra y sin ofender a tan noble animalito): un burro por que el mismo se encargó de pintarse como Diputado en el último informe presidencial de Carlos Salinas, un burro por su “cultura” general y un burro por que entró ahí sin la menor cultura política, a quebrar todo lo que pudo y a robar.
Sólo como acotación marginal, he de decir que en 2000 (durante la contienda electoral) escuché decir a Francisco Labastida (lavestida) “las gentes” y entendí el nivel de discurso.
Quizá, sólo quizá entre lo que pensó Salinas para desarticular las estructuras corporativas nacionales, lo que entendió Zedillo y lo que aplicó Fox, se puede entender parte de la realidad respecto de las estructuras de las organizaciones criminales actuales.
Segundo: La violencia no es un ente autónomo, no nace desde hace unos años, es parte integral de la población, está en la casa, cuando eres capaz de golpear a tu mujer, a tus hijos, a la vecina “metiche”, cuando eres capaz de estacionarte en donde está prohibido, cuando agredes a un ciclista que rebasa la línea peatonal, ese es el “pueblo mexicano”, el que es capaz de hacer cualquier cosa por que los que deben cumplir la ley son los otros, es decir, “ellos, sólo ellos están mal”.
Parte del camino que hemos perdido como pueblo es el respeto a la legalidad que no se ha perdido de la noche a la mañana, que se perdió desde hace mucho tiempo, que se perdió precisamente porque nuestra autoridad es incapaz de respetar la legalidad, porque toda la estructura político administrativa de México, se sustenta en el NO acatamiento de la legalidad.
Porque en México, el respeto a la ley es sólo para el otro, es decir, esperamos que los otros cumplan con la ley, criticamos lo que los otros no hacen o hacen mal, observamos a los demás, dejamos de ser “civilizados” para convertirnos en agresores.
La violencia, como dije, es un estado de ánimo, que se alimenta con el poder, la violencia institucional e institucionalizada, hacen más daño que la violencia diaria, así, cuando un Diputado (o los 500) dejan de hacer su trabajo.
Cuando un poco más de los diputados proponen "reducir las participaciones partidistas en el 50%" algo esta muy mal.
Cuando un Senador de la República es capaz de aterrizar en un arrecife y decir "fue culpa del piloto"
Cuando el Secretario en lugar de atender sus actividades se dedica a la promoción personal, cuando un presidente municipal se desplaza con siete vehículos que cierran calles y menosprecian a la población, así, la violencia de ellos, se transfiere a nosotros y si ellos pueden, pues nosotros también.
Esa pérdida de capacidad para distinguir hasta donde está permitido y a partir de adonde deja de estarlo, llevó primero que viéramos normal cuando un padre o esposo levanta la voz, después nos parece normal que la mujer golpee (para corregir) al niño, más adelante permitimos que el jovencito orine en la calle, dejamos que el presidente municipal se robe unos pesos (pero "que robe poquito" diría el siñor Cardenal) y al final del día, aceptamos que un puñado de “honbrezotes” se apropien de un país, de sus instituciones y de la “legalidad”, son ellos los primeros en incumplir y nosotros sus cómplices.
Permitimos avanzar la ilegalidad que ahora nos parece normal que en la televisión se muestren 20 o 30 cadáveres, que en un partido de futbol (que por cierto, es de las pocas cosas que unifica al pueblo, ese menospreciado ente) haya balazos o que unos individuos quemen un casino y maten 52 personas, que una guardería "se queme" y 49 niños mueran en ese incendio, que 73 migrantes centroamericanos sean asesinados, que 43 estudiantes normalistas "desaparezcan" que 30 potentados (gobernadores) locales ROBEN; nos parece normal.
La violencia institucionalizada se ha convertido en el modus operandi de las estructuras gubernamentales, y como consecuencia, de la sociedad en su conjunto, la violencia de las organizaciones criminales (entre ellas y contra ellas) es sólo una manifestación de un problema mucho más grave, el problema es la carencia de cultura de la legalidad, de cultura general y de capacidad para enfrentar las adversidades de otra manera.
La peor organización criminal (el gobierno) despilfarra, dilapa y expolia miles de millones de pesos nuestros es sus lujos, en su estructura y en su favor.
Esa carencia de hacer cumplir la ley ha permitido que toda la estructura económica este infiltrada por la delincuencia organizada, pues en términos llanos, los que venden piratería son al final de cuentas, soldados de esas estructuras y los que compran piratería, alimentan ese crimen organizado que tanto despreciamos como sociedad.
Los que desde el gobierno roban son los criminales que nosotros permitimos cometer sus crímenes.
Hoy, el crimen organizado alcanza la banqueta en que caminas, camina a tu lado y las autoridades que contratamos, simplemente estiran la mano para recibir su parte, es decir, se convierten como parte de la sociedad, en parte del problema.
No hay que establecer nuevas normas sociales, sólo habría que respetar las que existen, México es un país de leyes, lástima que no se cumplen y no estamos interesados en hacerlas cumplir.
Tercero: la juventud y la educación, la estructura administrativa, dispuso formar jóvenes para el trabajo, aunque no haiga (así y como dijo otro burro) trabajo. parece tan pobre el diagnóstico gubernamental que hasta pena me da, pues la realidad les ha mostrado su error y en lugar de modificar la estrategia educativa, esperan que la realidad cambie, ellos siempre esperan que la realidad cambie.
Yo digo que los estúpidos administradores públicos están tan alejados de la realidad de nuestro país, que no se han dado cuenta que el trabajo que espera a los jóvenes es el de taxistas o la informalidad, convirtiéndose en el mejor de los caso en subempleados y en el peor, en parte de la delincuencia organizada, no necesariamente como sicarios, sino como simples peones que trafican con pequeñas dosis de droga o comercian productos ilegales.
Aunque algunos "aspiran" a ser parte de ellos, de ese grupito de "potentados" que roban impunemente al convertirse en POLÍTICOS.
Así, esa juventud se aleja cada vez más de las instituciones, se alejan de la legalidad, se acercan a lo ilegal, se orientan hacia la rápida salida de “pobres” su destino manifiesto, por el contrario su destino es inevitablemente: la miseria o la cárcel o la muerte, hace unos días se dio a conocer que la primera causa de muerte en jóvenes (15 a 29 años) era la violencia.
Cómo lograr hacer de este México, un país que desdeñe a la criminalidad, si es la criminalidad la que ofrece la mejor perspectiva de vida, cómo favorecer que la sociedad denuncie hechos criminales o actitudes presuntamente criminales, si los que reciben la denuncia son parte del mismo problema que se pretende denunciar, pues activando desde ahí, desde cada comunidad la capacidad de organización social, generando verdaderos grupos de apoyo local, con apoyos para la agricultura, para la agroindustria, para la comercialización, para la transportación, con verdaderos apoyos a pequeñas organizaciones locales, no a los comercializadores (coyotes y acaparadores) no a los exportadores de productos agropecuarios (ellos pueden vivir, es más deben vivir sin apoyo gubernamental)
La organización comunitaria, la defensa de sus valores, tradiciones, estructuras, se va a generar si y sólo si la comunidad tiene un proyecto alternativo de vida una actividad que les genere capacidad de vida, por cierto hace unos días en entrevista “Cocoa” Calderón dijo que “hace muchos años la producción de estupefacientes es conocida en Michoacán, hay comunidades que viven de ella” y de ser así no habrá, nada, absolutamente nada que hacer, más que legalizar la actividad, para que esas comunidades realmente vivan del producto de su actividad y no se quede ese producto en las mismas manos de los acaparadores.
Como hacer que la gente denuncie, pues demostrándole que se hace justicia, hoy sólo dos de cada cien criminales (detenidos y procesados) obtienen sentencia firme, hoy sólo cuatro de cada 100 crímenes llegan a presentar criminal, es decir 96 actos criminales de cada 100 quedan impunes.
Si el pueblo observa un verdadero acto de justicia (no mediática) un Presidente Municipal detenido y sentenciado, un diputado llevado a proceso, un Gobernador señalado y presentado a autoridad competente (o será que no hay uno en situación de doble juego)
Esa percepción de impunidad de la clase gobernante genera la posibilidad de impunidad en la sociedad y la desesperanza en la justicia.
El tejido social hoy infiltrado hasta los huesos, sólo se compone con jóvenes en capacidad de pensar y hacer, con una juventud proactiva y decidida a cambiar las cosas, para ello, se requiere una educación humanista (sin dejar de lado la técnica), ahora la juventud abandonada por sus padres (que tienen que llevar comida a casa), abandonada por la familia (que tiene prioridades inmediatas), abandonada por la sociedad (que en lugar de apoyarla le teme) y abandonada por el Estado, es el principal componente de una sociedad en descomposición.
A partir de ahí es importante establecer caminos (estrategias) acordes a cada uno de los municipios (e incluso localidades), Es además impostergable formalizar una capacidad de ataque y repele, según sea el caso en cada uno de los puntos considerados como de alto riesgo, no de ir a tirar balazos a lo buey, sino de estructurar mecanismos muy locales para que abandonen la plaza (como dice el PANdejo mayor llamado Felipe)
Además en la medida que la sociedad es copartícipe de la inseguridad (por omisión, por temor o por incapacidad de regresión), las estructuras criminales han consolidado y diversificado las actividades criminales, sólo visto desde esta perspectiva el problema de inseguridad nacional puede ser atacada, atacada desde dentro, con una estructura judicial que aplique la ley y nada más que la ley.
La actual estrategia está enfocada a acciones coyunturales (en el mejor de los casos planeación de corto, muy corto plazo) y reactivas, es decir resultante de la inmediatez y de los movimientos de las organizaciones criminales, pensar a futuro es algo que le cuesta mucho trabajo al administrador, pues sólo pienza (así) en la imagen que debe generar para el próximo proceso electoral.
Es además inminente que desmontar las estructuras de la criminalidad tiene necesariamente que pasar por la aplicación de la Ley, de manera irrestricta, de procesar y sentenciar de manera ejemplar a todo aquel criminal que sea detenido pues el poder de la criminalidad está en la inmensa impunidad que compra, amenaza o a la que simplemente accede por incapacidad de las instancias de administración y procuración de justicia.
Así, como primer paso, hacia la normalidad institucionalizada debe actuarse desde adentro de las instituciones, “si una institución no tolera la corrupción e impunidad, quien incurra en ella será disfuncional y, por ende, será sancionado”
SALUD
Te recomiendo: