A pesar de que es “aplaudido”
desde los voceros de la administración (Televisa, TVAzteca, Grupo Fórmula, Red
y demás satélites “informativos”) y en el entendido de que como dice el “flamante”
titular de SEP “no sabemos cuantos maestros hay”, voy a hacer un ejercicio de
abstracción para tratar de entender el “fenómeno” de la evaluación docente (y
administrativa) que propone:
Según “datos” del portal
de SEP hay 1’156,506 docentes, es decir plazas personas en escuela frente a
grupo (o algo así) y resulta tan difícil entender el número por que NO DICE absolutamente
nada, es decir si los dividimos entre los 25’603,606 nos da un promedio de poco
más de 22 alumnos por docente (cosa muy alejada de la realidad, HOY LOS GRUPOS EN ZONAS URBANAS POPULARES LLEGAN INCLUSO A 50 ALUMNOS Y EN ALGUNAS RURALES NO BAJAN DE 35)
Eso se debe a que muchos maestros
de educación secundaria tienen dos, tres y hasta cinco o seis plazas y son
contabilizados en el “levantamiento” estadístico en dos tres y hasta 10 escuelas,
pero además en la página en que la misma SEP
desglosa los datos por nivel educativo y entidad federativa el total de
docentes asciende a 1’175,535 y los alumnos a 25’666,451; es decir estamos tan
mal, que el resumen de la SEP, no corresponde a su desglose.
Muestra del alejamiento de la
realidad es que en secundaria cada maestro atiende “en promedio” 16 jóvenes
mientras que en primaria a casi 26, según cualquiera de las cifras que tomes o incluso ambas.
Además existe otro inconveniente
en esa cifra, pues en realidad muchos docentes tienen más de una plaza, es
decir son contabilizados dos veces para efectos estadísticos.
Si a ello agregamos que algunos
(de los muchos) profesores que están asignados a escuela NO está frente agrupo
y algunos directores para “cubrirlos” (a los maestros) lo anotan como docente
(sin que desarrolle la actividad docente) pues el problema es mucho más
complejo.
Pero, como dije hagamos
abstracción de eso y calculemos:
Consideremos primero que en
secundaria, el promedio de docentes con más de una plaza es del 35% y que en
promedio tienen tres plazas, podemos hablar de casi 95 mil personas, es decir,
una cuarta parte de los “reportados” por SEP.
En los niveles de educación
preescolar y primaria no menos de 15% de los profesores tienen doble plaza, es
decir, en realidad habrá poco menos de 700 mil personas dedicadas a actividades
docentes en esos niveles educativos.
En suma, en escuelas hay menos de
800 mil maestros (algunos de ellos NO HACEN TRABAJO DOCENTE)
Esta es una de las carencias del
Decreto, pues hace referencia exclusiva a actividades docentes, directivas y de
supervisión escolar, dejando de lado a esos maestros que no hacen esas labores
y que desde una personal perspectiva son muchos y además provenientes de todo
tipo de circunstancias, voy a compartir tres casos:
Maestra con graves desequilibrios
mentales a partir de un cuadro hormonal (edad cercana a los 50 años), soltera
sin hijos y muy enojada con la vida, ocasionalmente las madres “olvidaban” pasar
por algún niño y a ella le tocaba hacer la guardia, ese viernes se quedan dos
niños (parejita) el baroncito era día de su cumpleaños y decide montar a los dos
en su carrito y llevar a “festejar” al niño a Acapulco, se desaparece el fin de
semana y regresa el lunes, “Comisionada” por el SNTE a trabajo administrativo.
Maestro con habilidades manuales
que ha sido retirado por la “autoridad” de la escuela, para que “organice”
festivales, produzca material didáctico, apoye actividades recreativas y
algunas otras cosas.
Borrachín disfrazado de maestro,
que llega tres días crudo, uno borracho y otro tarde; el director decide “canalizarlo”
a la supervisión de zona y ahí lo usan para hacer mandados y ocasionalmente
llenar, llevar y traer papelería oficial (entre las que se encuentra el formato
911 de estadística escolar que como podemos observar, NO SIRVE)
Tres causas que quizá (y sólo
quizá) tengan justificación, siempre será mejor un niño sin atender que uno
atendido por una maestra u otro espécimen con esa problemática. Pero esos
casos, lejos de ser extraordinarios, se han convertido en la cotidianos, son parte de la normalidad de SEP.
Otras causas del alejamiento de
actividades docentes de los profesores proviene de situaciones más complejas,
comisiones por compadrazgo o amiguismo, apoyo para realizar “estudios”,
incapacidad para controlar al grupo o problemas serios de salud.
Todos esos “maestros” no
dedicados a labores docentes, directivas o de supervisión están al margen del
Decreto de marras.
Un cálculo conservador me hace
pensar en no menos de 150 mil personas, que pueden llegar a tener hasta 250 mil
plazas de la Administración Pública Federal, sin desempeñar la labor para la
que fueron contratados.
Pero de manera adicional el
Decreto adolece de algo básico y fundamental ¿qué vamos a hacer con los “docentes”
que no sean aptos para el desempeño docente?
Es decir, en nuestro país hay
docentes con una formación profesional, egresados de un nivel licenciatura y
certificados por el Estado Mexicano, que no saben leer y hay otros que a partir
de un cursillo para ingresa en comunidades rurales (el
mejor ejemplo es el caso de Elba Esther Gordillo) ha escalado puestos de
dirección e incluso de supervisión y que hoy dirige los destinos
de más de un millón de maestros afiliados al SNTE.
Hay buenos profesores y
profesoras con nivel educativo apenas suficiente y hay pésimos educadores con niveles
educativos sobresalientes, les platico otro caso:
Maestra de treinta y tantos años
(ahora) egresada de una Normal Federal del DF (hija de un General del Ejercito
mexicano), adscrita a Inspección de Zona en 1999 (recién egresada) para que
continuara con estudios, es maestra de un Instituto Particular, está registrada
en el padrón de becarios de CONACyT y hace “trabajos” de asesoría para
Dependencias del Ejecutivo Federal, nunca ha realizado labor docente, es más NO
CONOCE UN SALÓN DE CLASES, pero sus “evaluaciones” al desempeño docente son o
pueden ser sobresalientes.
Y una de valor y entrega:
Maestro rural –saludos Lic Trejo-
(ingresado en la administración de Lázaro Cárdenas) proveniente de Tapachula
(Chiapas), atendió grupos de 80 alumnos y ya en 2000 había algunos muchachos (y no tan muchachos) que lo
visitaban para agradecerle, recorrió escuelas UNITARIAS (un grupo con seis
grados) rurales de Chiapas, Oaxaca, Veracruz, Puebla y México, antes de llegar
al DF, se registró como alumno en la Benemérita Normal (a pesar de tener 65 años
de edad) obtuvo el grado de Profesor y siguió dando clases, después estudió Leyes
en la UNAM y siguió dando clases, en 2011 (que lo vi) con casi 90 años seguía en
labor docente, su evaluación del desempeño apenas (seguramente) rebasará los
aceptables.
No se trata de un problema de
buena voluntad o de encajar la estaca a fuerza, es una cuestión de evaluación
generalizada, que afectará (y mucho) a quienes se han preocupado por la labor
docente, descuidando su superación personal y profesional y, que por el
contrario nos dejará un grupito de “docentes” certificados que ni conocen lo
que hay que hacer.
Saludos a todas y todos, espero
entiendan la complejidad del asunto.
SALUD
SALUD
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