Síntomas que vienen de atrás, de muy atrás en el tiempo,
quizá desde hace 20 años, el ejército mexicano primero metido a hacer labores
que no le correspondían y con una política salarial muy castigada, de hecho me
acuerdo un diálogo directo entre Porfirio
Muñoz Ledo y Vicente Fox (ya
cuando este había sido electo) en donde el primero le dice: “de
las percepciones del Ejército, es de lo primero que tenemos que hablar Vicente”
Pero en su nivel de ignorancia chente jamás entendió el
mensaje, bueno, creo que chente jamás entendió nada pero aguantó
(a pesar de su pendejez o quizá gracias a ella).
En la “administración” de caldeRon, en plena guerra, en más de una
ocasión tanto el general secretario, como otros mandos de SEDENA enfrentaron al
titular del ejecutivo para hacerle notar tres cosas, primero que no había
facultades para realizar acciones de seguridad pública y que no contaban con
equipo adecuado para realizarla; segundo que su actuar resultaba muy riesgoso
para los militares, pues las fuerzas civiles estaban coludidas con las organizaciones
criminales y el “aparato” de administración de justicia NO hacía su trabajo;
finalmente que el riesgo a que se sometía a los militares no estaba siendo
recompensado con las percepciones que tenían.
El dinero empezó a fluir, se adquirió equipo sofisticado
para realizar labores de inteligencia y armamento más adecuado para actividades
de seguridad pública, se ofreció capacitación respecto de acciones de ese tipo
y aspectos legales y especialmente se incrementaron las percepciones y
beneficios de los miembros del Ejército.
Eso contuvo de alguna manera los ímpetus de algunos mandos
medios, distensó los ánimos y favoreció que hasta algunos miembros del
Ejército aceptaran condiciones para alejarse (literalmente abandonar) su
familia a cambio de haberes provenientes de la “comisión”
Pero después la modificación legal para presentar a los
militares que cometan delitos al fuero común, el retiro de algunos de los
haberes que se les venían otorgando por comisiones y hasta del grado inmediato
para su retiro, volvieron a incrementar el número de militares en desacuerdo
con la función de guardianes de la seguridad pública y empezaron algunos cuestionamientos
que incluso el general secretario tuvo que enfrentar en los primeros días de
septiembre (previo a los niños héroes y el grito) señalando “es la
lealtad del soldado la que nos hace realizar una actividad para la que no
estamos capacitados y que no nos corresponde”
A partir del acto de Tlatlaya y la detención de algunos
militares, algo extraordinario empezó a suceder al interior de las fuerzas
armadas, hay (o parece haber) un grupo de militares que apartándose de la “disciplina”
militar y pese a la expresa prohibición de manifestarse públicamente, ha venido
manifestando públicamente una aparente molestia por la situación a la que se
enfrentan.
Las causas son simples aunque muy complejas: ellos están en
una guerra que NO les corresponde y están en desventaja, pues pelean no sólo
contra las organizaciones criminales, sino contra las mismas fuerzas de
seguridad pública local (aliada a algunas organizaciones criminales, por acción
u omisión) y contra el aparato de “justicia” que lejos de hacer su trabajo,
parecen estar coludidos con los criminales presentados por los militares.
Además parece que el señor Cienfuegos ya cansado de permanentes reclamos de parte de los
gobernadores (virreyes locales) y de otros miembros del gabinetazo del señor Peña Nieto, ha decidido establecer
claridad en el mensaje a este último y señalarle le inmediata necesidad de “hacer
que el río vuelva a su cauce” el agotamiento de los militares hace impostergable su retiro de acciones de seguridad pública o el riesgo de un golpe de estado.
SALUD
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