jueves, 17 de marzo de 2016

Nueva ley para no cumplirse

Hacia finales del siglo pasado, en los países con altos niveles de desarrollo se buscaban acuerdos parlamentarios que permitieran a minorías y mayorías (incluso disímbolas en posiciones trascendentales) convenir pactos de apoyo mutuo, ofreciendo pequeños avances en materias importantes para los grupos minoritarios (regionales o locales) mientras se lograba que los grandes temas nacionales avanzaran.

En México, por el contrario desde 1997 (en que el PRI perdió definitivamente su mayoría) el proceso legislativo se empantanó, en promedio durante las cinco legislaturas previas a 2012, sólo el 10% de las propuestas ejecutivas quedaron en Ley (dato calculado por Luisa Béjar Algazi en When the Executive Power is Weak: Who Legislates in Mexico?”)

Desde antes de que Peña Nieto fuera incluso electo, un grupo de “acercamiento” de esa fuerza política, logró establecer “acuerdos” con las fuerzas políticas opositoras (esencialmente mediante la cooptación de las cúpulas partidistas) y ya en 2012 se aprobaron los cambios legislativos en materia laboral, que por cierto sólo han servido para retrotraer las prestaciones laborales y contener las negociaciones contractuales de los grandes sindicatos.

Tras la toma de protesta, nos anunciaron el “Pacto por México” que de manera muy poco clara imponía una agenda legislativa en la que las dos fuerzas opositoras más importantes se “comprometían” a sumarse a la fuerza legislativa del PRI, para sacar adelante las “reformas que México necesita”, con ello, se lograron reformas en materia energética, hacendaria y financiera, que suponían un mejor clima de negocios, que por cierto sigue siendo muy poco propicio para la mayoría de las actividades comerciales.

También sacaron adelante un margallate denominada reforma educativa, que ni reforma la educación, ni es aplicable, ni atiende al problema real.

Desde hace dos años (en que se extinguió el pacto contra México) la producción legislativa nacional ha derivado en peñajadas, nuestros legisladores atienden asuntos rimbombantes pero sin la menor trascendencia, se enfocan a la atención de ocurrencias inmediatas, a asuntos coyunturales y a la cacería de fantasmas.

Pero las modificaciones legislativas que hoy aprobó la cámara de diputados en relación con la Ley de Disciplina Financiera de las Entidades Federativas y los Municipios; representan el verdadero plus de la estupidez, pues en la imprecisión absoluta siguen permitiendo que los ejecutivos locales (gobernadores virreyes y presidentes municipales caciquiles) continúen contratando deuda de corto plazo, sin autorización legislativa y que después la conviertan en deuda pública sin mayor trámite que una “reestructura

Una legislación, otra legislación que no se cumplirá o que como decía don Porfirio, “cúmplase en los bueyes de mi compadre”, para seguir saliendo en medios a decir lo bien que estamos.

SALUD

Te recomiendo:




No hay comentarios:

Publicar un comentario