lunes, 11 de julio de 2016

¿Cambio en el PRI?

Quisiera coincidir con “algunos” de los agoreros de la desgracia del PRI, incluso con algunos de los “viejos” militantes de ese partido, respecto de la “imposición” del señor Ochoa Reza, pero por desgracia, esa es moneda corriente en ese partido político, sólo por recordar algunos de los últimos casos: Jorge de la Vega, no era más que un encargado de negocios del señor Hank y su colocación hacia la última parte del periodo delamadrilista, fue “impuesto” por el profe para “garantizar normalidad” en la selección del candidato (hacia 1987) a la presidencia; Donaldo, un perfecto desconocido y desconocedor de la política partidista, impuesto por su hacedor político, Carlos Salinas; Genaro Borrego (con una transición de Rodríguez Barrera) quizá la más emblemática de la abyeccion (que algunos llaman) circunspección priista, pues en su pluralidad, tuvo un presidente nación al panista; Ortiz Arana, otra imposición de Salinas, anodino o muy poco avezado políticamente; José Antonio González Fernández, un pobre patiño (como otros de los presidentes de ese partido durante el zedillismo)

Durante el panismo, el PRI fue terreno de vivales (bueno se evidenciaron los vivales): Sauri, Madrazo, Mariano Palacios, Betyla gordisParedes; pero el monumento a la imposición es Humberto Moreira, que “negoció” con Peña su colocación después simplemente fue desechado; los “señoresPedro Joaquín y Cesar Camacho, impuestos por su protector y finalmente Beltrones, un vividor (otro como tantos) de la política que se impuso a la estructura.

Así pues Enrique Ochoa Reza, es sólo el último de la cadena de “impuestos” de una cadena de improvisados, de una casta de buitres acostumbrados a lucrar con el poder, a hacer de la política un teatro en el que lo menos importante es la población de México, un obscuro comparsa del gran elector (como se decía antes).


Pero lo logró, ya hay candidato de “unidad” (como tantas cosas que ellos saben hacer), aceitó las estructuras estatales, “convenció” hasta a las dirigencias de las centrales (incluido el SNTE, con una “negociación”) y simplemente les entregó un bozal a los “críticos” internos.

Habemus pues papam, dicen por ahí para servir de sepulturero a Enrique Peña, también dicen por ahí que para alzarse como Colosio (en 1991) con una gran victoria (primero en 2017) en la presidencial de 2018.

No, ni se parece a Donaldo ni podrá lograr la reversión del estado de cosas respecto de ese partido político; no, no se parece a Madrazo, Sauri, Paredes, Moreira o Beltrones (viejos dinos); yo lo ubico mucho más cercano a José Antonio González Fernández y casi le auguro el mismo destino que a Sauri en 2000.

El señor Ochoa Reza va a “administrar” una estructura decadente y muy herida, sin capacidad de movilizarse, sin posibilidad alguna de recomponerla y sólo para escribir su epitafio.

El PRI no cambia aunque con cierta regularidad alguien nombre nuevos directivos.

SALUD

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