Quisiera coincidir
con “algunos”
de los agoreros de la desgracia del PRI, incluso con algunos de los “viejos”
militantes de ese partido, respecto de la “imposición” del señor Ochoa Reza, pero por desgracia, esa es
moneda corriente en ese partido político, sólo por recordar algunos de los
últimos casos: Jorge
de la Vega, no era más que un encargado de negocios del señor Hank y su colocación hacia la última
parte del periodo delamadrilista, fue “impuesto” por el profe para “garantizar
normalidad” en la selección del candidato (hacia 1987) a la
presidencia; Donaldo,
un perfecto desconocido y desconocedor de la política partidista, impuesto por
su hacedor político, Carlos Salinas;
Genaro
Borrego (con una transición de Rodríguez
Barrera) quizá la más emblemática de la abyeccion (que algunos llaman)
circunspección priista, pues en su pluralidad, tuvo un presidente nación al
panista; Ortiz Arana, otra imposición
de Salinas, anodino o muy poco avezado políticamente; José Antonio González Fernández, un pobre patiño (como otros de los
presidentes de ese partido durante el zedillismo)
Durante el panismo,
el PRI fue terreno de vivales (bueno se evidenciaron los vivales): Sauri, Madrazo, Mariano Palacios,
Bety “la gordis” Paredes; pero el monumento a la
imposición es Humberto
Moreira, que “negoció” con Peña su colocación después simplemente fue desechado; los “señores”
Pedro Joaquín y Cesar Camacho, impuestos por su protector y finalmente Beltrones,
un vividor (otro como tantos) de la política que se impuso a la estructura.
Así pues Enrique Ochoa Reza, es sólo el último de
la cadena de “impuestos” de una cadena de improvisados, de una casta de
buitres acostumbrados a lucrar con el poder, a hacer de la política un teatro
en el que lo menos importante es la población de México, un obscuro comparsa
del gran elector (como se decía antes).
Hace unos días dije
que el señor Peña está tan depreciado que ni toda la “caballería”
de “operadores políticos” que han mandado a las estructuras partidistas (del
PRI, por supuesto) en los estados, ha logrado generar un proyecto de acuerdo
para la dirigencia nacional de ese partido.
Pero lo logró, ya hay
candidato de “unidad”
(como tantas cosas que ellos saben hacer), aceitó las estructuras estatales, “convenció”
hasta a las dirigencias de las centrales (incluido el SNTE, con una “negociación”)
y simplemente les entregó un bozal a los “críticos” internos.
Habemus pues papam, dicen por ahí para servir de
sepulturero a Enrique Peña, también dicen por ahí que para alzarse como Colosio (en 1991) con una gran victoria
(primero en 2017) en la presidencial de 2018.
No, ni se parece a Donaldo ni podrá lograr la reversión
del estado de cosas respecto de ese partido político; no, no se parece a Madrazo, Sauri, Paredes, Moreira o Beltrones (viejos dinos); yo lo ubico mucho más
cercano a José Antonio González Fernández
y casi le auguro el mismo destino que a Sauri
en 2000.
El señor Ochoa Reza
va a “administrar” una estructura decadente y muy herida, sin
capacidad de movilizarse, sin posibilidad alguna de recomponerla y sólo para
escribir su epitafio.
El PRI no cambia aunque con cierta regularidad alguien nombre nuevos directivos.
El PRI no cambia aunque con cierta regularidad alguien nombre nuevos directivos.
SALUD
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