Ya han pasado 28 años de aquel 1985, la historia de una ciudad devastada por la adversidad, pero unida ante ella, de una sociedad que despertó para ser capaz de organizarse autónomamente.
Para estas horas, ya se había repuesto parte de la
trasmisión radiofónica y televisiva, imágenes desgarradoras nos eran
presentadas, el Hospital Juárez, el edificio Nuevo León, el Centro Médico, Televisa,
las torres judiciales de Pino Suárez; en fin, edificaciones que no sólo eran parte
de la vida cotidiana local y nacional, que eran parte del paisaje urbano cotidiano.
Esos textos transmitidos por las vías convencionales de
aquellos tiempos, despertaban desesperación en una sociedad citadina que según
la creencia popular nacional era muy beneficiada respecto del resto de los
pobladores de la república.
Ese día, la vulnerabilidad de la ciudad fue presentada a los
habitantes del país de una manera brutal, los que vivíamos ahí nos dimos cuenta
de la enorme fragilidad de nuestra vida, pero también nos mostró la cara de una
sociedad que sin ser llamada, sin convocatoria, sin organización previa; era
capaz de sobreponerse y enfrentarse a la adversidad.
Ese septiembre de hace 28 años personas comunes que muchas
veces ni se conocían acudían a apoyar a sus congéneres es distintas partes de
la ciudad, en el Hospital Juárez enfermeras, camilleros, familiares de internos
y hasta vendedores y prostitutas apoyaban en labores de desalojo y acomodo de
personas ahí internadas. En el edificio
Nuevo León de Tlatelolco, cientos de personas en improvisadas cadenas humanas apoyaban
a los que habían sobrevivido a la caída de dos terceras partes de la
construcción (que por cierto tenía orden judicial de desalojo); otros con o sin
herramientas y avituallamientos, levantaban pedazos de lo derrumbado, en busca
de sobrevivientes. En el Centro Médico
Nacional y en Televisa otros tantos se congregaban para apoyar como se pudiera
e los que habían quedado atrapados.
Fue una jornada de solidaridad (palabreja después aprovechada
por la “autoridad” para un programa de legitimación del régimen), fueron horas
enteras de labor humanitaria entregada sin mayor interés que la salvaguarda de
la integridad de los habitantes de la ciudad.
Unos minutos después de la tragedia, el Ejército (esa
institución que ahora se ocupa para todo tipo de actos) estaba recorriendo
zonas como el Centro Histórico y había formado cercos de contención en torno a
los juzgados de Pino Suárez y otras edificaciones estratégicas.
Ellos fueron los primeros en llegar a zonas como Tlatelolco
o la Roma Sur en donde la devastación del terremoto era impresionante, ellos improvisaron
campamentos y establecieron protocolos de apoyo (muchas veces a pesar de sus
mandos), ellos organizaron a los ·"brigadistas” voluntarios y voluntariosos que
llegaban por necesidad o por iniciativa hasta los lugares de desastre.
Las otras “instituciones” de seguridad nacional y local
fueron rebasadas por la organización civil, por la fuerza de una sociedad que
requería solucionar su problema a pesar de ellos.
Ese 1985, representa el surgimiento de la sociedad civil
incipientemente organizada, en contra de la desigualdad social (movimiento 19
de septiembre de las costureras de San Antonio Abad) y a favor de sus derechos
(diversas, muy diversas organizaciones vecinales y barriales) esas agrupaciones
de interés colectivo se sobrepusieron a la adversidad y algunas aun ahora se
muestran fuertes.
Ese año y los posteriores, la sociedad del DF manifestó su
descontento con las instituciones del Estado mexicano y se los demostró con una
votación muy adversa al partido de estado en el proceso federal siguiente.
Esa sociedad que desde entonces a nivel de colonia, de
manzana (en algunas ocasiones) exige y participa en las acciones de desarrollo
y gestoría local, es una organización hormiga que hoy está presente de diversas
maneras en la vida local y nacional, esa incipiente semilla de organización espontánea,
es hoy en la ciudad de México, la que se mueve para darle vida cívica y para
mejorar sus condiciones.
Salud y con mucho respeto para los 30 mil muertos o
desaparecidos que reconoce la autoridad.
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