Se anuncia como si fuera un gran logro que se detuvo a 18
sujetos de una banda de secuestradores y
que 13 de ellos eran miembros activos de la Polecía Federal (SALUD) además son
probables responsables de otras atrocidades como homicidio, delitos contra la
salud.
Ya con ellos, según Mondragón
y Kalb van 94 miembros de esa corporación de clase mundial y orgullo
nacional detenidos y puestos a disposición de autoridad jurisdiccional, por
diversos hechos delictivos.
Según estimaciones de la Comisión de honor y Justicia de esa
corporación, durante los últimos 10 meses, más de mil elementos han sido
sancionados (castigados, retirados y entregados a autoridad local) por su participación
en presuntos hechos delictivos, además de unos 4 mil que han sido sancionados
por actos contra la institución (andar borrachos o echarse un carrujo, agresión
a un civil o compañero sin daños y otras linduras como amenazas o alteración de
la paz)
No hay información respecto de tipos delincuenciales a nivel
microrregional y no hay capacidad de operación en más de 400 de los grandes
municipios de la República, en más de 100 de ellos, los mandos no acreditan
exámenes de confianza y en unos 250 más de la mitad de los miembros tampoco lo
hacen.
La policía federal (como institución) se limita a sancionar
y en su caso a presentar a la autoridad judicial a los “malos elementos” de
hecho en los 15 años de operación de esa organización nos 10 mil elementos han
sido dados de baja por no haber acreditado los exámenes de confianza y más de 7
mil han tenido que ser reinstalados por decisión judicial, por falta de
capacidad jurídica (corrupción) de los defensores de la Policía Federal.
Dice un estudio elaborado durante la administración de
Calderón que “para iniciar un verdadero combate al crimen organizado, hay que
atacar las estructuras de corrupción e impunidad que se han enquistado en la
Policía Federal” pero durante una administración nos dedicamos a alabar lo bien
que estaba ese órgano podrido y ahora nos sorprende que haya algunos elementos
que trabajan para el crimen organizado.
Han pasado siete años de aquel diagnóstico y un año desde la
desaparición de la Secretaría de Seguridad Pública (que llevaba implícito un
reconocimiento a su inoperancia y niveles de corrupción) y parece que lejos de
haber intentado un cambio la tolerancia se hace cada vez mayor y, por ende, la
impunidad con que operan los señores los hace no sólo merecedores de 70 años de
prisión (como dijo su jefecito) sino de un castigo ejemplar, para los que desde
esa trinchera siguen delinquiendo.
Hace algunos años, decía un Secretario de Gobierno del DF que
“la
mejor manera de acabar con las manzanas podridas en una corporación policiaca
era hacerlos arder frente a sus compañeros” y no hablaba en términos
figurados.
De hecho, mientras la autoridad se limite a despedir para
recontratar o a consignar para olvidar el asunto, la corporación seguirá en
picada y no habrá camino alguno para salvarla pero lo más preocupante de todo
es que parece que el problema no es focalizado, de hecho me dicen que en el
Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, de los 1,800 policías
federales que tienen algo que hacer ahí, unos 2 mil están involucrados con
bandas criminales, locales o nacionales.
SALUD
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