domingo, 26 de abril de 2015

Dicen que ya se fue y ¿luego?

Ya hace meses (quizá hasta un año) que el poder político de Enrique Peña Nieto se ha venido deteriorando de manera paulatina, pero sistemática, de hecho puedo establecer aquel marzo de 2014 y las preguntas de Cuarón, que fueron “comentadas” en espacios internacionales y a lo que el señor Peña contestó con evasivas, el momentum del inicio del desplome.

La imagen de Peña Nieto, parece ir en declive a partir de entonces, pero algunos grupos compactos al interior del gobierno, incluso algunos mandos de las fuerzas armadas cierran filas en torno a la figura presidencial, se ejercen grandes cantidades de recursos públicos para hacerlo aparecer nuevamente como un líder y se retuvo la caída; aunque algunos de los gastos fueron cuestionados.

Una fotografía (desafortunada imagen) que le hace ver cadavérico, fue la siguiente fase del derrumbe, pues a partir de ella y de la versión de una enfermedad que le aquejaba (o aqueja) vinieron nuevos cuestionamientos de líderes políticos y de opinión respecto de su salud (recuerdo aquél artículo) ¿Peña Nieto terminará su sexenio? de John M. Ackerman y la necesidad de hacer público su expediente médico, sin embargo las versiones fueron “frenadas” a base de inserciones periodísticas y convenientes “olvidos” de “periodistas” en radio y TV.

La “estrategia” seguida para acallar la demanda fue la profusa difusión de actos de gobierno, hasta que a finales de julio The New York Times; publicó un artículo de Francisco Goldman en que lo califica en algo así como: “un desastre para México” en ese documento un párrafo decía: “La verdad es que el señor Peña Nieto es una figura políticamente insignificante, gobernando al servicio de los poderes establecidos dentro del PRI y en otros lugares” y una “filtración” respecto de “un descanso del presidente” fueron nuevamente una chispa para preguntarse hasta donde estaba sano el señor Peña.

La manera de palear el descontento fueron sucesivas reuniones con “distinguidas” personalidades y la profusa difusión de ellas, así apareció junto al Secretario General de la ONU, los reyes de España y hasta de Mark Zuckerberg; imágenes que no borraban la incapacidad ero lo hacían ver como dispuesto a dejar de serlo.

Pero sin lugar a dudas, el acontecimiento de Iguala, la muerte e seis personas (tres de ellos estudiantes normalistas) y la desaparición de 43 muchachos y la enorme incapacidad del Estado mexicano, para manejar el asunto, la indolencia de nuestros administradores que peloteando el problema entre el municipio, el estado y la federación, creyeron que llegaría el momento en que simplemente se olvidaría, fue azuzar el fuego de la molestia.

En ese descargue de culpas (culpar al otro para no reconocer su propia culpa) y tras 20 días de dimes y diretes, el reconocimiento de parte de Peña Nieto, de atracción de la averiguación e investigación; después del #Yamecansé del “señor” procurador, cuando al estar relatando sus conclusiones (circunstancialmente el día previo a la salida de Peña Nieto a China y tras un debate de si debía cancelar o no ese viaje) de los hechos de Iguala, ese momento, crispó los ánimos de muchos mexicanos, quizá esos acontecimientos, la explicación, su cansancio y el viaje de Peña, son la gota que derramó el vaso.

Sin embargo, hasta ahí se había presentado un señor Peña Nieto y un gabinete, poco eficiente para atender las cosas públicas, se había asomado una posibilidad de que su estado de salud le impidiera estar realizando adecuadamente su trabajo y hasta se había insinuado que parte de las “reformas estructurales” beneficiaban a algunos de los clanes de él y del gabinete.

Pero aunque sustanciadas y sustanciosas, no hacían prueba alguna más que de incapacidad, de intolerancia, de autoritarismo y de un posible saqueo; entonces apareció un reportaje (bien documentado) sobre una propiedad de la señora Angélica Rivera y el burdo mecanismo de contubernio de una empresa (un empresario que además esta siendo beneficiario de jugosos contratos del gobierno federal y de otros gobiernos estatales y municipales) que obliga a “replantearse” el gobierno y sus complicidades.

Dice Francisco Martín Moreno en Reporte Índigo (14/11/2014) “Quien asestó el tremendo trancazo en la nuca presidencial no solamente esperó el momento oportuno para lanzarlo, sino como las pacientes arañas que tejen su red, también supo hacerse de la información necesaria para probar el origen inaceptable de semejante fortuna inmobiliaria

Partiendo de esa aseveración debemos aceptar que tras el escándalo está “alguien” hay un ente mucho más poderoso que Peña Nieto, tras esa maniobra está el verdadero poder, el poder de quien decide colocar y quitar a quienes nos administran, quizá así podemos entender las posteriores actitudes de los “aliados” del régimen, las declaraciones públicas de Jorge Castañeda o Enrique Krauze (que obviamente son parte del engranaje del poder real tras el trono, que son peones del verdadero poder)

Para finales de noviembre, la tormenta había arreciado, los últimos dos días de ese mes (que además marca la constitución como la diferencia entre presidente interino y presidente sustituto) el espectro noticioso, los análisis de los “enterados” y hasta los medios televisivos, parecían volcarse en contra del régimen, la “aparición” en The Economist de un párrafo señalando a la administración de Peña Nieto, como “incapaz de hacer prevalecer el estado de derecho

También quizá así podamos explicar los posteriores movimientos del señor Peña Nieto, que durante diciembre trató de recomponer su imagen con un #YaSupérenlo (que sólo sirvió para arreciar la tormenta) y la difusión de una entrevista con Obama y una visita oficial a Gran Bretaña que lejos de mejorar la situación, nos mostraron de manera más burda la sujeción del Jefe del Estado Mexicano a la autoridad internacional.

Desde fuera, nuevamente The Economist (22/1/2015) le hace saber a Peña Nieto y a su gabinete que: “no entiende, que no entienden” en un rebuscado reportaje lleno de ironía, lo hacen ver como ajeno a la realidad nacional y para confirmarlo el mismo señor Peña sale a decir “ya sé que no aplauden” en una rueda de prensa (ante periodistas) como si los periodistas al recibir noticias fueran parte de la clientela política oficial.

Esa descomposición y sólo para demostrar que no entiende, lo lleva a ceder espacios de poder a sus aliados, tratando de congratularse con una parte de esos que ponen y quitan, otorga la PGR  un asiento en la SCJN a televisa (o a parte del poder fáctico que lo llevó a la presidencia)
No se han compuesto las cosas, no parece que haya mejorado la situación de vulnerabilidad de Peña Nieto, se cumplen siete meses del lamentable acto de barbarie de Iguala, sin que haya responsables, más que algunas figuras insignificantes de la policía local y un grupo criminal.

No hay explicación creíble respecto de la casa de su esposa y se agregan escándalos mediáticos a ella y su descendencia.

La incapacidad en el manejo de la economía se ve confirmada cuando su empleado Luis Videgaray sale a decirnos “pues las cosas se van a descomponer y esto es de largo plazo” y cuando el señor Carstens asegura “puede haber devaluación, pero estamos preparados para eso y otras cosas
Sin remedio, Peña ha caído de manera sistemática en sus niveles de aprobación de su gestión y hay fuertes “rumores” sobre su dimisión.

Hoy Peña Nieto está tan cuestionado que ni los más cercanos creen en él, hasta sus "aliados" lo reprueban, las fuerzas armadas están cuestionándose el papel que deben jugar

Si no se ha ido, pronto lo hará, entonces, el cuestionamiento real sería ¿qué haremos nosotros para evitar que esos que deciden? a ¿quién poner y a quién quitar? pongan a quien quieran.

SALUD

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