martes, 11 de agosto de 2015

Cambiar para seguir lucrando

Tres, los tres “grandes” partidos políticos nacionales se encuentran en un proceso de “cambio” de dirigencias, el PAN y Ricardo Anaya bajo el lema "la rebelión de las bases", prevé continuar con el camino “olvidado” en 1997 (cuando siendo Felipe Calderón presidente nacional) dejó que Vicente Fox se apropiara de la estructura para lograr el poder presidencial.

El PRI, en donde a la muy vieja usanza del candidato de unidad, con Beltrones busca “un nuevo acercamiento” con el poder presidencial, para “apoyar” la gestión administrativa de las figuras políticas surgidas de ese membrete político.

El PRD sin figura pública aparente, acepta la “propuesta” de su Carlos Navarrete de “camisa nueva”, es decir propone lo mismo que hace apenas un año propuso Cuauhtémoc Cárdenas, en el sentido de “una dirigencia sin ataduras
Es decir regresar al pasado, volver al México de los 90, en que los partidos políticos controlados por un hombre omnipotente, controlaban todo y decidían todo.

Parece que ellos tampoco aprenden del pasado, pues ya quedó demostrado que un PAN dogmático y ortodoxo sólo sirve al poder, sólo es útil a los intereses de un grupito acostumbrado a “negociar” a venderse bien y rápido; a los intereses de las clases que lo controlan y lo mantienen como comparsa en el juego del poder.

Un PRI entregado a los designios presidenciales es un partido sin futuro, sin bases, sin dinámica propia y, sobre todo, sin capacidad propia para hacer política; es un esqueleto al servicio del poder, una posición más para colocar a los amigos del primo que quedó desempleado y una caja sin valor, como dijo Elba Esther tras su encontronazo con Madrazo “una triste agencia de colocación

Un PRD sin vida, sin grupos, sin discusión, sin capacidad de disentir vuelve a ser una estructura para buscar puestos a toda costa, para crecer electoralmente y para hacer negocio con los puestos logrados; una caja registradora para unos cuantos, a los que desean rendimientos electorales a cambio de autonomía, a los que confunden la democracia con ganar elecciones.

Esos partidos ya los conocimos, esas maneras de hacer política ya las vivimos, esos mecanismos de “negociación” para hacer aparecer como mecanismos “democráticos” en los que “todos ganan menos los mexicanos” son parte de los entramados que dieron lugar al “milagro mexicano” y después con las componendas del poder modernizador nacional.

Esas etapas de un México en paz, proveedor de desarrollo nacional, capaz de hacer crecer la economía (aunque los mexicanos ni siquiera nos enteráramos de ello), es parte de un modelo político totalitario que controlaba todo, que era capaz de infiltrar todas las estructuras de poder local y que con un mecanismo de cernido, separaba a quienes se oponían a él.

Pero ese México de antaño, dejo de estar, ese México, de mexicanos sumisos, dispuestos a aceptar los “designios” de dios y la naturaleza, a aceptar la “mano invisible” del mercado, desapareció hace más de treinta años.

Hoy los mexicanos y la capacidad de comunicarnos, la incapacidad (inmensa incapacidad) de creer en nuestros gobiernos, la decisión de asumir nuestro destino (aunque nos falte organización para hacerlo) estamos dispuestos a no regresar a esos modelos políticos; aunque parezca que sí.

En el PAN los hombres de “sangre azul” volverán a tomar la estructura; en el PRI el todopoderoso pondrá a una figura abyecta y sumisa; en el PRD regresará el caudillismo; pero no volverán los tiempos en que eso se podía hacer.

Pues bajo el lema común de “cambiar para seguir lucrando” las tres fuerzas políticas nacionales más importantes, creen (así de creer) que pueden hacer lo que Díaz Ordaz o Echeverría, piensan que el salinato (y sus atrocidades) pueden regresar impunemente; nos tocará a nosotros decidir que México queremos.

SALUD

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