Cuando realice mi prospectiva
electoral del DF y sus 16 delegaciones políticas, en más de una ocasión señalé
el nivel de corrupción que e esos órganos administrativos del DF se había alcanzado,
los casos de Gustavo A. Madero y Cuauhtémoc eran emblemáticos, los propios
candidatos me habían confirmado que durante la administración perredista, los
niveles eran peores que en las administraciones de Elba
Esther Gordillo o de Guillermo
Orozco Loreto; respectivamente.
Ayer Ricardo
Monreal Ávila recibió un paquete (una bolsa deportiva con un millón y medio
de pesos) y salió a denunciarlo en los medios, aunque ya hoy se interpuso
demanda ante la autoridad jurisdiccional correspondiente.
Durante el proceso electoral local, quedó de manifiesto
el uso indiscriminado de recursos por parte de las estructuras delegacionales
para mantener el poder, hay casos documentados de amenazas a beneficiarios de
programas sociales, hay denuncias interpuestas por empleados delegacionales,
hay suficiente información que demuestra la toma de las casillas por parte de
los incondicionales del régimen, hay incluso datos que muestran a funcionarios
llevando votantes a las casillas.
Todo ello, es muestra de las prácticas de siempre en
materia electoral, lo de ayer es muestra de las prácticas de siempre en materia
de extorsión (cobro de piso) a comerciantes o simplemente de formas tradicionales,
de “atender”
a los jefes delegacionales; baste recordar que en 2009 tras la elección local, Rafael Acosta (juanito) “sólo”
pedía (reclamaba) un sector (lo que eso signifique) para él.
Hoy incluso uno de nuestros “diarios nacionales”
califica en primera plana como “normal” la situación (hasta pareciera que eso
debiera seguir sucediendo) o uno de esos “merolicos” convertido en “analista”
político de Televisa en su columna acaba diciendo “Monreal tomo por asalto todos los
medios”
Esos sesudos análisis me llevan a
recordar que gran parte de la práctica corrupta nacional proviene precisamente la
permisividad que amplias capas de la sociedad han aceptado como “normal”,
recuerdo mucho cuando el PAN fue gobierno estatal en Jalisco, como la gente
lejos de reclamar, de denunciar, de señalar las prácticas de soborno y hasta
franco desvío de recursos por parte de los funcionarios panistas, simplemente
las aceptaron como parte del destino manifiesto; es más, en algún momento se
llegó al descaro de decir “se fueron los corruptos y llegaron los
pendejos corruptos”
La corrupción en nuestro país, no es parte de un destino
manifiesto, no es como lo dice Peña Nieto, una gen que nos fue impuesto como
raza o como Quezada lo dijo en
aquella ya famosa caricatura “La tierra y sus dueños” en que Dios decidió
colocar en esta tierra a los mexicanos.
Lograr un cambio es empezar por reconocer que el flagelo
(o cualquier problema) existe; hasta ahora uno de los primeros problemas que
tenemos es que no se reconoce la existencia de problemas en México.
El que ayer Monreal
“haya
tomado por asalto los medios” indica la aceptación de parte de la
autoridad local de la existencia de un problema; hoy la denuncia jurídica del
hecho, implica la responsabilidad de su investigación y, en su caso, castigo del
o los responsables del hecho.
Pero la parte más importante, lo que verdaderamente
logrará hacer un cambio, primero en Cuauhtémoc, después en el Distrito Federal
y finalmente en México; es acompañar a la autoridad, exigir a las estructuras jurisdiccionales
y denunciar TODOS los actos de corrupción.
Lo que pasó ayer en Cuauhtémoc, es algo que pasa pero no
debe pasar, lo que sucede ahora mismo con la “comunicación social” del
gobierno de la república, que lejos de reconocer lo que está pasando en México,
se vanagloria de lo mucho que han hecho (ya cobran menos de luz, las llamadas
telefónicas son más baratas y no va a haber incremento del gas) es algo que
pasa, pero no debe pasar; no debemos permitir que siga pasando.
Así que es hora de un cambio, pero el cambio debe empezar
por la denuncia.
SALUD
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