martes, 3 de febrero de 2015

La vía electoral ¿una alternativa?

Ayer, una reunión en casa se prolongó hasta las primeras horas de hoy al enfrascarnos en el tema electoral de 2015 y las postulaciones de las estructuras partidistas en algunos de los estados en los que habrá proceso electoral concurrente, yo me quedo con una duda ¿realmente la vía electoral puede hacer la diferencia en el camino de México?

Hacia 1970 los universitarios estudiábamos las “facultades meta constitucionales” del presidente; aprendíamos que el poder ejecutivo federal controlaba los otros poderes de la unión y se sobreponía a sus decisiones; nos mostraban como el control presupuesta ejercido desde el centro, limitaba el poder local y que en muchos casos los acuerdos para lograr presupuesto en una entidad federativa requerían “ceder” en espacios legales locales a los poderes federales.

Hasta 1976 un partido político (con sus comparsas) dominaba la vía electoral nacional, recuerdo un estudio de un proceso electoral en Yucatán, con 106 municipios en los que sólo el PRI nominó candidatos a todas las presidencias municipales, en 48 lo había hecho el PAN y en poco más de 30 algún otro partido político, ese estudio mostraba que de los 50 municipios en que había más de un candidato, el del PRI había obtenido el total de los votos en 14, es decir, ni los candidatos opositores habían votado por ellos mismos.

Las oposiciones electorales jugaban el papel de patiños, obtenían algunos espacios de poder local a través de “acuerdos” preestablecidos; la “izquierda histórica” (como le denominan algunos estudiosos de la historia política nacional) que hacía presencia electoral como en 1976 Valentín Campa (PCM sin registro) en una contienda presencial.  Sólo para recordar en ese proceso electoral ni el PAN presentó candidato.

Las “facultades meta constitucionales” del presidente le permitían nombrar hasta presidente de su partido y jugar con los cargos de elección popular de manera omnipotente, sólo como ejemplo cito el caso del proceso electoral federal de 1985 una “distinguida” subsecretaria (saludos Idolina) fue nominada por un distrito de su tierra natal y tras “arduas negociaciones” cambió la nominación por la de su esposo.

La farsa electoral de 1988 y el rompimiento del pacto político nacional de 1994 desquebrajó, fracturó y polarizó a la población mexicana; el resultado de esos dos eventos, hasta ahora muy estudiados pero jamás aclarados, muestra el manejo que desde las esferas del poder se tenía de las elecciones, no sólo federales sino hasta locales.

Desde ese entonces y hasta la fecha, la geometría política dejo de ser, no tuvo significancia alguna y aunque me digan que el “nacionalismo revolucionario” del PRI se incorporó a las corrientes más avanzadas de la izquierda y juren que hoy las fuerzas políticas que se ubican en ese espacio del espectro político nacional son vanguardistas, yo sostengo con pruebas que no son más que bandoleros con fuero y sólo para documentar el caso quisiera poner como muestra a Rafael Aguilar Talamantes y su PFCRM que desde 1988 y hasta 1997 (diez años) sólo se dedicó a obtener prebendas políticas, ha jalar agua para su molino.

Me salto por obviedad la "transición democrática" de México, que lejos de de manera consensuada por los partidos políticos, nos ha costado miles de millones de pesos, muchos de los cuales son la acumulación originaria de los cacicazgos locales y federales que ahora pugnan por el poder político y que como resultado real y tangible sólo tenemos el cambio de partidos sin renovación de liderazgos y sin transmisión real de poder a la sociedad.

En este año, 10 partidos políticos y un ejército de “candidatos independientes” pugnarán por una “nueva distribución” del poder político nacional y de las arcas públicas sólo para prepararse para la contienda de 2018, sin mayor visión de México, que su México; de ese gran botín que les ha representado siempre y que esperan seguir disfrutando durante mucho más tiempo.

No hay un proyecto de nación medianamente coherente en esas 10 fuerzas políticas nacionales, no hay una visión del México, más allá de la inmediatez de lograr los puestos para poder negociar con los otros actores políticos locales y nacionales y seguir en el mismo camino que ya demostró no ser viable.

Estamos a más de treinta años de ingresar a la globalización económica, montados en un burro denominado neoliberalismo que ha mostrado su incapacidad para reducir los niveles de pobreza, su imposibilidad para generar niveles de bienestar y su inutilidad para modernizar.

La vía electoral desde 2000 ha mostrado que sólo sirve a los intereses de los grupos políticos y de las élites económica reales y fácticas.  No ha servido más que para hacer un país más desigual y una población mucho más consiente de tomar su destino en sus manos.

No entiendo como este proceso electoral recuperará la confianza de los mexicanos en las instituciones, así que “al diablo con sus instituciones” incluyendo las electorales y sus partidos.

Nos dicen que la democracia es una fiesta, pues sí una verdadera fiesta en la que un grupito se apropió de México.

SALUD

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