El señor Madero hablando del deterioro de la economía
nacional y haciendo alarde de la tradicional verborrea que le caracteriza,
señala que hay que profundizar el diagnóstico de la situación económica actual,
en más señala que “los años de estabilidad económica alcanzados durante las
administraciones panistas se está deteriorando y estamos en riesgo”
quizá bastaría recordarle al señor Madero “el catarrito de Carstens” o el
pésimo diagnóstico de Gil durante
los primeros trimestres de 2002.
Si a esos distinguidos personajes se les puede catalogar
como panistas, pues es de todos sabido que sus inclinaciones políticas son
absolutamente priistas y su incapacidad para administrar las finanzas públicas,
al igual que los antecesores y el señor Videgaray,
son parte de la incapacidad del régimen para garantizar estabilidad.
Pero lo que sí es seguro es que el diagnóstico que nos
presentó Ernesto Cordero y sus seis
mil pesos está muy alejado de la realidad nacional, es más ni siquiera es un
indicador de los promedios nacionales.
En resumen, las administraciones panistas no hicieron más
que mantener parásitos al frente de las áreas financieras nacionales y esos
inútiles personajes fomentaron la cultura de la dejadez, de la política
financiera neoliberal establecida en México desde 1985, de la creencia de que
el mercado está por arriba del estado y que las fuerzas equilibrarían las
condiciones, en fin, de repetir las fórmulas que el FMI y el BM les recetaban y
de dejar de hacer.
México vive un estado de emergencia, pero esta no es
económica, es el resultado de la falta, la carencia de una política económica
enfocada al desarrollo de los mercados nacionales; desde 1976 México es
simplemente el espacio en que las políticas económicas contingentes se ponen en
práctica y nuestros socios financieros vienen a producir en condiciones
ventajosas lo que necesitan, nos convertimos en una factoría con mano de obra
muy barata, condiciones inigualables de tolerancia fiscal y desde 1995 de inmejorables
condiciones de mercado.
La indolencia de las administraciones hacendarias
simplemente facilitaron las condiciones de productividad de las grandes
empresas armadoras y la tolerancia de las “autoridades” fiscales garantizaron
sus extraordinarios beneficios en los mercados.
Se abandonó la producción agropecuaria al nivel de que hoy
más de la mitad del consumo de granos proviene del extranjero; se orientó el
mercado minero a la extracción indiscriminada para la exportación; se limitó el
desarrollo metal-mecánico al grado que prácticamente el 60 por cierto de los
componentes industriales son importados; se generó una industria dependiente.
Pero no, no es culpa de las administraciones panistas, en
realidad la distorsión de los mercados nacionales viene desde 1995 y el
abandono de la política pública al desarrollo nacional desde 1985, treinta años
de no hacer, treinta años de no crecer, treinta años de no imponer, treibta
años sin una política industrial nacional.
Ahora, esos desequilibrios se notan mucho más, ante la falta
de recursos del petróleo para seguir derrochando gobierno y promocionando lo
que no se hace y si a ello se agrega un
déficit público financiado con recursos del exterior, lo que sí es culpa del
PAN, pues ellos en contubernio con los otros lo
autorizaron y hasta lo aplaudieron.
Seguro los diagnósticos de Gil Díaz o Agustín Carstens
no fueron mejores, pero quizá la magia de no hacer, de dejar pasar todo, les
ayudó. Pero seguro si regresa el señor Cordero las cosas se pondrían mucho
pior (así)
Esos panistas en su hipocrecía, olvidan sus errores y sus horrores.
Esos panistas en su hipocrecía, olvidan sus errores y sus horrores.
SALUD
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