Bueno, pues ya
traté los temas de la agenda ciudadana, que los mexicanos debemos exigir para
propiciar mayor equidad,
mejor calidad
democrática, superiores instituciones
electorales y para que se visibilice el voto nulo como castigo;
hoy empiezo con las tormentas de los partidos políticos, iniciaré por el PRD
que es quizá el que mayor daño sufre.
Sostengo que la
izquierda, es en esencia explosiva y desconfiada; que ante la menor provocación
acusa; que reacciona a la defensiva y que tiene muy poca capacidad de
aglutinarse; quizá el momento histórico de su “unificación” (aunque
habría que revisar las motivaciones de algunos de ellos) está en 1987, tras el “rompimiento”
de Cárdenas con el PRI y el discurso
de Heberto Castillo (entonces
candidato del PMS a la residencia) cuando dijo: “La declinación no es claudicación
(...) es entender la realidad histórica que vive México, es justipreciar,
ponderar racionalmente las circunstancias que vive la nación (...)”
Pero aun visto a
la distancia, fue un acto reflexivo que se concretó en 1989 al “ceder”
el registro de ese partido para la conformación de una nueva fuerza partidista;
una fuerza partidista que aglutinó corrientes de pensamiento e intereses tan
diferentes como los de los hasta entonces satélites del PRI, PPS y PARM; los
entonces absolutamente anodinos del PVEM y los “izquierdistas” del PMS y
PFCRN; además aglutinó a organizaciones de la sociedad civil e hizo participar
de manera organizada a parte de la sociedad.
Visto a la
distancia, el Frente Democrático Nacional fue un movimiento coyuntural en torno
a un líder que (algunos pensaron) podía vencer al PRI; es más si lo comparamos
con el fenómeno Fox del 2000, lo
podemos colocar en el mismo nivel (quizá la diferencia es que en 1988 aglutinó
a la parte más progresista de la sociedad y en 2000 a la parte más conservadora)
pero ese fenómeno de aglutinamiento en torno a una figura liberal o
conservadora, es sólo un proceso eventual; no es un proceso social reflexivo e
intencionado.
Aunque en
circunstancias diferentes, en 2006 se presenta otro momento circunstancial de agrupó
a las “izquierdas”, nuevamente en torno de una figura; no de un
proyecto, no de un ideal de país, no de un futuro nacional; más bien en busca
del poder.
El PRD de 1989 es
una amalgama de intereses, quizá las mayoritarias sean la corrientes tradicional
del PRI desgajado "nacionalismo revolucionario" y izquierda comunista
y socialistas nacionales del PCM (que nace en 1929), del PMT de los años
setenta y de otros grupos no partidistas que desde los 50 se habían expresado
por la vía armada.
Esos intereses
diversos crearon estrategias diversas para enfrentar el camino electoral, pero en
general, durante los primeros años de su existencia, la estrategia fue
enfrentar las elecciones con los mismos políticos de siempre (pues eran
conocidos y contaban con las “alianzas”) es decir enfrentar al
sistema con los mismos grupos del sistema; e PRD llegó a las intermedias de
1991 en las que logró poco menos del 8% de la votación; pero las estructuras
partidistas estaban absolutamente enquistadas (a dos años de su surgimiento)
por las viejas estructuras del “nacionalismo
revolucionario” del PRI y en realidad no significaban cambio alguno
respecto del viejo régimen.
El camino
asumido era, en principio la continuidad del PRI en una nueva estructura
partidista, movida por intereses corporativistas y con arreglo a intereses de
grupos locales (a los mismos grupos locales que tradicionalmente habían “jugado”
con el PRI); la primera gran victoria del PRD no es como se dice la de 1997 en
el DF, en realidad se logra un año antes en Nezahualcoyotl, municipio conurbado
al DF y un bastión del corporativismo priista, pero la victoria se realizó a
manos de organizaciones que también se habían desprendido de esas estructuras
locales; en 1997 el DF es un símbolo, el símbolo que impulsó el crecimiento
electoral.
Pero los gobiernos locales perredistas, no se alejaron de
las prácticas clientelares y corruptas de su antecesor, de hecho y sólo para entender
este asunto me remitiré al caso de Nezahualcoyotl: los primeros 3 años y 8
meses gobernó Valentín González Bautista,
los otros 9 los decidió Héctor Bautista,
3 años él; otros 3, su hermano, Víctor
Manuel Bautista; y los últimos de ese periodo, Venancio Luis Sánchez; en obviedad de todo, un grupúsculo se
apoderó del erario y se perpetuó en él.
En el DF las cosas no fueron diferentes, sin más podemos
analizar los casos de las delegaciones Gustavo
A. Madero, Iztacalco,
Álvaro
Obregón, Miguel
Hidalgo y otras muchas; pero sin profundizar en ello, veamos que en 1999,
en alianza con el PT y con la candidatura de Ricardo Monreal (ex priista recién fugado) gana el estado de
Zacatecas; también gana Tlaxcala y Baja California Sur también con priistas “enojados”
y en “alianzas” no muy bien definidas.
Se trataba de
llegar al proceso electoral de 2000 con una estructura fuerte, con capacidad
electoral y un candidato fuerte, en una alianza con: PT, Convergencia, PAS,
PSN; sin un programa de futuro, más bien nuevamente con una idea coyuntural; el
resultado fue desastroso (aunque logran más de 16% del voto total) pese a
refrendar su triunfo en el DF.
Los esquemas de
coptación de voto aplicados por el PRI, se reprodujeron en todas las entidades
federativas gobernadas por el PRD; las prácticas corporativas y las componendas
entre grupos, no variaron; los repartos de poder en cuotas (acordes con los “apoyos”
ofrecidos por cada tribu) fueron un factor adicional a la descomposición
partidista.
En realidad hasta
la tributación (de cuotas de poder) ejercida por las tribus del PRD no era
diferente de los tradicionales grupos de poder que se “distribuían” las
parcelas gubernamentales durante el priismo.
Ya en este siglo
logró las gubernaturas de Chiapas (en un muy extraño caso), Michoacán y
Guerrero; que en términos generales son espejo de lo que les pasó en: Tlaxcala;
Baja California Sur y Zacatecas; poca variedad y mucha corrupción.
Pues tras este
proceso electoral intermedio, en el que además de ver reducida su capacidad
electoral, pierden su principal bastión, el DF en cuanto a la Asamblea
Legislativa; hay estados en los que su votación es absolutamente marginal, en
Nuevo León fue la última fuerza electoral (por abajo del PH e incluso del voto
nulo) en Tamaulipas y Coahuila no alcanza el 3% del voto total y en otras siete
entidades federativas su voto es de entre 3 y 4%.
Esas pérdidas,
son sólo numéricas, pues en realidad el PRD pierde mucho más que en números, al
pasar a ser segunda fuerza electoral en el DF y pese a sus 4.3 millones de
votos en la elección federal, los liderazgos locales están ya ahora migrando,
sólo por citar algunos casos e MC en Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas y parte
de Veracruz; al PT en zacatecas, Tlaxcala y BCS; a Morena en el DF; se convierte
o empieza a convertirse en un cascarón.
Las tribus lejos
de cohesionarse, buscan su supervivencia (como las ratas al hundimiento de un
barco) cada una busca una tabla a la cual sujetarse. No veo una evaluación seria de esa fuerza
política; hay una gran cantidad de auto adulación, de auto complacencia y hasta
de indolencia; pero hay elecciones locales importantes el próximo año; se
renueva el ejecutivo estatal en Sinaloa y Oaxaca (en las que son gobierno en
alianza con el PAN); en Zacatecas en donde fueron gobierno y ahora el PT es
segunda fuerza electoral; en Quintana Roo en donde hace seis años parecía
tenían posibilidad; en Hidalgo y Veracruz en donde tienen alguna muy lejana
posibilidad y en otras cuatro entidades federativas en las que son parte de las
fuerzas electorales marginales.
Ya hoy los
jaloneos y las migraciones que se observan tras un proceso electoral perdedor,
son cosa común; pese a ello no hay visos de que se generen sinergias positivas
o propuestas viables para su recuperación; en mi opinión en la mayoría de esos
procesos electorales tendrá que ir en alianza, con sus aliados naturales y con
Morena; pues sólo en esa medida tendrán alguna posibilidad de triunfo;
cualquier intento por no hacerlo, les condena a la marginalidad, a la permanencia
e incluso a la desaparición.
Será quizá el año
que entra, la verdadera prueba para la supervivencia electoral de esa fuerza electoral,
pero mientras permanezca en la auto complacencia y carencia de auto crítica; es
muy difícil que logre un lugar en el espectro político nacional.
Su aparente
victoria en Michoacán y la presencia de Silvano
Aureoles que no militó en el PRI, deberá mostrar un cambio inmediato; cosa
poco probable en un estado con la historia de ese; pero a partir de esa
evaluación que la sociedad michoacana empezará a realizar de inmediato; se
podrá medir su capacidad de mimetización; ya hoy el DF se da por perdido para
2018.
La agenda del
PRD, deberá centrarse en la conveniencia de mantenerse con los estanco-poder
que ha creado o la de propiciar una apertura como la generada durante 1999-2004
hacia las coaliciones.
Tras una primera
etapa de valoración del tropiezo y la revisión de su dato deben saber que no les alcanza para contender solos con oportunidad de ganar. por lo que una rápida respuesta sería la aceptación de
su deplorable estado y la búsqueda de consolidar ya una gran alianza de
izquierda hacia 2018; aunque quizá algunos de los grupos internos pensarán más
en volverse satélites priistas o “aliarse”
con el PAN, que definirse hacia la candidatura de Andrés Manuel López Obrador.
SALUD
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