martes, 16 de junio de 2015

Las tormentas que vienen (7ª parte) PRD futuro muy obscuro

Bueno, pues ya traté los temas de la agenda ciudadana, que los mexicanos debemos exigir para propiciar mayor equidad, mejor calidad democrática, superiores instituciones electorales y para que se visibilice el voto nulo como castigo; hoy empiezo con las tormentas de los partidos políticos, iniciaré por el PRD que es quizá el que mayor daño sufre.
Sostengo que la izquierda, es en esencia explosiva y desconfiada; que ante la menor provocación acusa; que reacciona a la defensiva y que tiene muy poca capacidad de aglutinarse; quizá el momento histórico de su “unificación” (aunque habría que revisar las motivaciones de algunos de ellos) está en 1987, tras el “rompimiento” de Cárdenas con el PRI y el discurso de Heberto Castillo (entonces candidato del PMS a la residencia) cuando dijo: “La declinación no es claudicación (...) es entender la realidad histórica que vive México, es justipreciar, ponderar racionalmente las circunstancias que vive la nación (...)”
Pero aun visto a la distancia, fue un acto reflexivo que se concretó en 1989 al “ceder” el registro de ese partido para la conformación de una nueva fuerza partidista; una fuerza partidista que aglutinó corrientes de pensamiento e intereses tan diferentes como los de los hasta entonces satélites del PRI, PPS y PARM; los entonces absolutamente anodinos del PVEM y los “izquierdistas” del PMS y PFCRN; además aglutinó a organizaciones de la sociedad civil e hizo participar de manera organizada a parte de la sociedad.
Visto a la distancia, el Frente Democrático Nacional fue un movimiento coyuntural en torno a un líder que (algunos pensaron) podía vencer al PRI; es más si lo comparamos con el fenómeno Fox del 2000, lo podemos colocar en el mismo nivel (quizá la diferencia es que en 1988 aglutinó a la parte más progresista de la sociedad y en 2000 a la parte más conservadora) pero ese fenómeno de aglutinamiento en torno a una figura liberal o conservadora, es sólo un proceso eventual; no es un proceso social reflexivo e intencionado.
Aunque en circunstancias diferentes, en 2006 se presenta otro momento circunstancial de agrupó a las “izquierdas”, nuevamente en torno de una figura; no de un proyecto, no de un ideal de país, no de un futuro nacional; más bien en busca del poder.
El PRD de 1989 es una amalgama de intereses, quizá las mayoritarias sean la corrientes tradicional del PRI desgajado "nacionalismo revolucionario" y izquierda comunista y socialistas nacionales del PCM (que nace en 1929), del PMT de los años setenta y de otros grupos no partidistas que desde los 50 se habían expresado por la vía armada.
Esos intereses diversos crearon estrategias diversas para enfrentar el camino electoral, pero en general, durante los primeros años de su existencia, la estrategia fue enfrentar las elecciones con los mismos políticos de siempre (pues eran conocidos y contaban con las “alianzas”) es decir enfrentar al sistema con los mismos grupos del sistema; e PRD llegó a las intermedias de 1991 en las que logró poco menos del 8% de la votación; pero las estructuras partidistas estaban absolutamente enquistadas (a dos años de su surgimiento) por las viejas estructuras del “nacionalismo revolucionario” del PRI y en realidad no significaban cambio alguno respecto del viejo régimen.
El camino asumido era, en principio la continuidad del PRI en una nueva estructura partidista, movida por intereses corporativistas y con arreglo a intereses de grupos locales (a los mismos grupos locales que tradicionalmente habían “jugado” con el PRI); la primera gran victoria del PRD no es como se dice la de 1997 en el DF, en realidad se logra un año antes en Nezahualcoyotl, municipio conurbado al DF y un bastión del corporativismo priista, pero la victoria se realizó a manos de organizaciones que también se habían desprendido de esas estructuras locales; en 1997 el DF es un símbolo, el símbolo que impulsó el crecimiento electoral.
Pero los gobiernos locales perredistas, no se alejaron de las prácticas clientelares y corruptas de su antecesor, de hecho y sólo para entender este asunto me remitiré al caso de Nezahualcoyotl: los primeros 3 años y 8 meses gobernó Valentín González Bautista, los otros 9 los decidió Héctor Bautista, 3 años él; otros 3, su hermano, Víctor Manuel Bautista; y los últimos de ese periodo, Venancio Luis Sánchez; en obviedad de todo, un grupúsculo se apoderó del erario y se perpetuó en él.
En el DF las cosas no fueron diferentes, sin más podemos analizar los casos de las delegaciones Gustavo A. Madero, Iztacalco, Álvaro Obregón, Miguel Hidalgo y otras muchas; pero sin profundizar en ello, veamos que en 1999, en alianza con el PT y con la candidatura de Ricardo Monreal (ex priista recién fugado) gana el estado de Zacatecas; también gana Tlaxcala y Baja California Sur también con priistas “enojados” y en “alianzas” no muy bien definidas.
Se trataba de llegar al proceso electoral de 2000 con una estructura fuerte, con capacidad electoral y un candidato fuerte, en una alianza con: PT, Convergencia, PAS, PSN; sin un programa de futuro, más bien nuevamente con una idea coyuntural; el resultado fue desastroso (aunque logran más de 16% del voto total) pese a refrendar su triunfo en el DF.
Los esquemas de coptación de voto aplicados por el PRI, se reprodujeron en todas las entidades federativas gobernadas por el PRD; las prácticas corporativas y las componendas entre grupos, no variaron; los repartos de poder en cuotas (acordes con los “apoyos” ofrecidos por cada tribu) fueron un factor adicional a la descomposición partidista.
En realidad hasta la tributación (de cuotas de poder) ejercida por las tribus del PRD no era diferente de los tradicionales grupos de poder que se “distribuían” las parcelas gubernamentales durante el priismo.
Ya en este siglo logró las gubernaturas de Chiapas (en un muy extraño caso), Michoacán y Guerrero; que en términos generales son espejo de lo que les pasó en: Tlaxcala; Baja California Sur y Zacatecas; poca variedad y mucha corrupción.
Pues tras este proceso electoral intermedio, en el que además de ver reducida su capacidad electoral, pierden su principal bastión, el DF en cuanto a la Asamblea Legislativa; hay estados en los que su votación es absolutamente marginal, en Nuevo León fue la última fuerza electoral (por abajo del PH e incluso del voto nulo) en Tamaulipas y Coahuila no alcanza el 3% del voto total y en otras siete entidades federativas su voto es de entre 3 y 4%.
Esas pérdidas, son sólo numéricas, pues en realidad el PRD pierde mucho más que en números, al pasar a ser segunda fuerza electoral en el DF y pese a sus 4.3 millones de votos en la elección federal, los liderazgos locales están ya ahora migrando, sólo por citar algunos casos e MC en Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas y parte de Veracruz; al PT en zacatecas, Tlaxcala y BCS; a Morena en el DF; se convierte o empieza a convertirse en un cascarón.
Las tribus lejos de cohesionarse, buscan su supervivencia (como las ratas al hundimiento de un barco) cada una busca una tabla a la cual sujetarse.  No veo una evaluación seria de esa fuerza política; hay una gran cantidad de auto adulación, de auto complacencia y hasta de indolencia; pero hay elecciones locales importantes el próximo año; se renueva el ejecutivo estatal en Sinaloa y Oaxaca (en las que son gobierno en alianza con el PAN); en Zacatecas en donde fueron gobierno y ahora el PT es segunda fuerza electoral; en Quintana Roo en donde hace seis años parecía tenían posibilidad; en Hidalgo y Veracruz en donde tienen alguna muy lejana posibilidad y en otras cuatro entidades federativas en las que son parte de las fuerzas electorales marginales.
Ya hoy los jaloneos y las migraciones que se observan tras un proceso electoral perdedor, son cosa común; pese a ello no hay visos de que se generen sinergias positivas o propuestas viables para su recuperación; en mi opinión en la mayoría de esos procesos electorales tendrá que ir en alianza, con sus aliados naturales y con Morena; pues sólo en esa medida tendrán alguna posibilidad de triunfo; cualquier intento por no hacerlo, les condena a la marginalidad, a la permanencia e incluso a la desaparición.
Será quizá el año que entra, la verdadera prueba para la supervivencia electoral de esa fuerza electoral, pero mientras permanezca en la auto complacencia y carencia de auto crítica; es muy difícil que logre un lugar en el espectro político nacional.
Su aparente victoria en Michoacán y la presencia de Silvano Aureoles que no militó en el PRI, deberá mostrar un cambio inmediato; cosa poco probable en un estado con la historia de ese; pero a partir de esa evaluación que la sociedad michoacana empezará a realizar de inmediato; se podrá medir su capacidad de mimetización; ya hoy el DF se da por perdido para 2018.
La agenda del PRD, deberá centrarse en la conveniencia de mantenerse con los estanco-poder que ha creado o la de propiciar una apertura como la generada durante 1999-2004 hacia las coaliciones.
Tras una primera etapa de valoración del tropiezo y la revisión de su dato deben saber que no les alcanza para contender solos con oportunidad de ganar. por lo que una rápida respuesta sería la aceptación de su deplorable estado y la búsqueda de consolidar ya una gran alianza de izquierda hacia 2018; aunque quizá algunos de los grupos internos pensarán más en volverse satélites priistas o “aliarse” con el PAN, que definirse hacia la candidatura de Andrés Manuel López Obrador.
SALUD
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