lunes, 1 de junio de 2015

Una verdadera reforma educativa

No hay duda, la educación ha permanecido en el olvido por muchas décadas en México, el Sistema Educativo Nacional es un verdadero desastre, hay diagnósticos y elementos de dictámenes nacionales e internacionales que así lo muestran, sin ser extensivos en ese diagnóstico:
  • Según la UNESCO, 34 millones de mexicanas y mexicanos están en rezago educativo; siete millones son analfabetas; 1.4 millones de niñas y niños no asisten a la escuela; más de un millón 324 mil tienen menos de cuatro años de estudio y hay un número inestimable de analfabetas funcionales.
  • Según la UNAM, en materia de rezago educativo México se encuentra en una posición de atraso en relación tanto con los países más desarrollados como con los países de América Latina con los que debería, en todo caso, tener una mayor cercanía en términos de niveles de desarrollo y escolaridad de su población.
  • En secundaria, el 79.7% de los adolescentes tienen niveles insuficientes o elementales en materia de matemáticas. En español, 79.3% se ubicó en los últimos niveles de desempeño, esto es, casi ocho de cada diez jóvenes no tienen conocimientos básicos, en materias indispensables para su inserción en la sociedad.
  • Según el Censo de escuelas, maestros y alumnos de educación básica y especial, una cuarta parte de los inmuebles de educación básica está en “condición irregular” y una de cada 10 “escuelas” no cuentan con pizarrón.
  • Ese mismo instrumento nos dice 30% de los planteles no tiene drenaje; 25% de las escuelas no tiene electricidad; el 80% no tiene sanitarios en condiciones adecuadas; el 44% de las aulas son multigrado (es decir un maestro, profesor o educador atiende más de un grado)
Una verdadera gama de problemas que se tienen que atacar de manera muy diferente, es más una gama de problemas que se tienen que documentar de manera pormenorizada a nivel municipal y que después requerirá de estrategias específicas para cada caso.

Iniciar de alguna manera la corrección de los problemas que aquejan a la educación nacional, además de ese esfuerzo de definición de acciones y responsabilidades, requiere mucho dinero y una impecable capacidad de hacerlo llegar a los que más lo necesitan.

Pero enfoquémonos al problema que desde la perspectiva del Ejecutivo y su patiño el Legislativo consideraron más grave (por conveniencia o estupidez) la formación del personal docente, así decidieron culpar a los maestros de la baja o nula calidad en la educación, haciendo abstracción de las autoridades educativas, de la falta de presupuesto, del olvido de las autoridades.

No entiendo como una reforma administrativa cuyo único elemento novedoso es la “evaluación” docente y la autogestión administrativa por plantel puede trastocar realmente un sistema anquilosado y carente de capacidad de innovación, considero que evaluar al docente es indispensable, que llevar a ellos herramientas capaces de permitirles desarrollar en mejores condiciones su labor, es una tarea que olvidamos hace años, para propiciar mejores niveles de desempeño a partir de estímulos focalizados, sería una actitud loable que pudiera mejorar resultados en zonas específicas del país.
Acepto que el hecho de que “En algunos casos, la creación de plazas ha tenido desviaciones con respecto al objetivo de cerrar las diferencias existentes en el número de alumnos por maestro, llevando a un exceso de personal en algunas entidades” no es culpa de los contratados y sí es constitutivo de delito que habría que perseguir, pero que esas personas contratadas para ser maestros sin ser maestros, debiera en estricto apego a derecho ser corregido de una manera clara e inmediata.
Sin embargo es un hecho que la disímbola formación docente e incluso, la inclusión de esas personas que no tuvieron formación al respecto, son un reto para mejorar la calidad educativa nacional, pero para poder enfrentar el problema lo primero que habría de hacerse es conocer el problema, de que tamaño es la diferencia de formación, cuántos son los profesores carentes de capacidad y hasta en qué áreas requieren ser mejoradas sus capacidades.

Un “servicio civil de carrera” que suministre contenidos educativos, metodologías y hasta materiales que le apoyen en el proceso educativo puede ser un camino, para ello el Instituto Nacional para la Evaluación Educativa (INEE), debiera fungir como recopilador de la información, sistematizador de los resultados y promotor de procesos de: formación por área; capacitación por materia y actualización general.

En 1987 se realizó un diagnóstico sobre la plantilla docente de primaria en seis entidades federativas (incluido el DF), en él se hablaba de gravísimas deficiencias en conocimientos, de inmenso abandono metodológico y de graves carencias en el manejo de técnicas educativas; era en pocas palabras desolador el panorama y no había mecanismo alguno capaz de proponer un camino para aliviar la situación.

Ya entonces se sabía de la necesidad de acelerar procesos para un gran programa de igualación docente, ya entonces se establecieron pláticas con el SNTE, ya entonces se sabía que sólo con la participación de la representación sindical se podía lograr que se avanzara en ese aspecto.

Pero el camino quedó trunco, no se hicieron verdaderos esfuerzos para lograr entonces la evaluación permanente del magisterio en servicio, quedando relegada desde entonces y hasta la fecha, un cuarto de siglo sin interés por evaluar maestros.

Pero ese desinterés tiene una razón política y sexenal, pues la implementación de un cambio real en educación a partir de ese tipo de procesos es de mediano aliento, implica entre tres y cinco años de definiciones y desarrollo; implica que el esfuerzo lo cosechará el siguiente gobierno y eso en México no es rentable.

Hoy el tema es que fueron cinco lustros de inactividad, seis administraciones federales las que dejaron al otro, al que sigue la responsabilidad de asumir el costo político de esa medida y no los frutos de la misma.

Pero el INEE que por cierto fue parte de esta “reforma educativa” además debería evaluar otras cosas además de la formación y/o capacitación y/o actualización y/o capacidad del docente; podría por ejemplo elaborar instrumentos para conocer de la pertinencia y eficacia del gasto educativo; o para el conocimiento de los materiales educativos, de apoyo y hasta administrativos que tiene cada centro educativo; de las condiciones físicas de la infraestructura y hasta de los márgenes de “operatividad” en relación con las condiciones socioeconómicas en que se encuentra enclavado el servicio.

Pues responsabilizarlos y despedir a maestros, no va a resolver el problema de la educación en México; es más aun considerando que eso pueda ser factible, no hay docentes en México para suplir a los que (en su caso) pudieran despedirse, pues el sistema de formación docente, desde 1985 se abandonó, la formación de formadores (maestros de maestros) es tambiénuna actividad abandonada por el estado mexicano desde hace 30 años, los centros educativos para la formación docente se han cerrado o transformado en tecnológicos (bachilleratos terminales) estatales.

Ese, por ejemplo, pudiera ser otro de los grandes temas que en esta “reforma educativa” debieran de incluirse, pues hoy, la formación docente apenas se ajusta a la necesidad de expansión del Sistema Educativo Nacional, no hay margen para la renovación.

Las condiciones de la educación, tienen tantos y tan variados factores intervinientes que considerar a los docentes como parte del problema, es “olvidar” a los alumnos y su nutrición o las condiciones de acceso a los planteles educativos o los atavismos de los padres de familia resultado de una educación muy precaria que ellos recibieron.

La filosofía de la educación es la capacidad de hacer de la educación una disciplina reflexiva, crítica y analítica a partir de procesos grupales (educando educador) que lleven a avances sistemáticos y permanentes; pero eso, lleva tiempo y requiere muchos recursos, que como gobierno han decidido no destinarle.

Hay experiencias educativas, en materia de operación, de metodología e incluso de revisión permanente de contenidos que no se aprovecharon en México, porque requerían inversión.
Hoy no hay capacidad para la actualización docente ni siquiera en 80 grandes centros urbanos; no podemos estructurar un programa de formación docente (con posibilidades de éxito) en más de la mitad del territorio, algunos de nuestros profesores están tan alejados de la posibilidad de ser atendidos de manera presencial (Montaña de Guerrero, Soconusco, Sierra de Chiapas, las Huastecas y Mixteca de Oaxaca) como a siete horas; esas carencias no se solucionan con buenas intenciones.
Se requiere un verdadero cambio de paradigma, una nueva visión de México, un camino diferente para lograr resultados diferentes, se requiere abrir una nueva puerta, para llegar a un lugar diferente y considero que ya hoy las condiciones objetivas y subjetivas están más que maduras para realizar un verdadero cambio.

SALUD

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