Así lo dijo por el médico forense de Matamoros, Eduardo Cobos Anguiano; por lo tanto
los cuatro muertos (tres norteamericanos y un mexicano) estaban MUERTOS,
finalmente ellos descansarán en paz y sus familiares sabrán en donde (incluso
el padre de los tres extranjeros Pedro Alvarado Rendón no solicitó el “oficio
de traslado”) por lo que se quedarán en México.
Ese México que “garantiza” entre 27 y 30 mil muertos por
violencia al año, aunque deja en la indefensión a más de 20 mil familias que
sólo pueden presentar acta de “ausencia” o DESAPARICIÓN y en el mejor de los
casos cinco años después realizar los trámites de defunción, ese México que carente
de todo tipo de mecanismos de ley para obligar a sus “funcionarios” a que
funcionen.
Ese México que en espiral ascendente se ha descompuesto
desde hace 10 años a causa de una guerra sin causa y sin posibilidad alguna de
ser ganada; una guerra pedida que además de las pérdidas humanas, deja pérdidas
económicas y materiales; una guerra que innecesariamente además de esas
pérdidas deja otras heridas mucho más profundas y difíciles de curar, las
heridas estructurales (que llaman heridas del alma)
La estructura social: familia, medio, cultura, razón y
formación; son simplemente trastocadas y las generaciones (ya cuando menos son
dos) reniegan de un Estado inútil y de un gobierno estúpido.
Ese México que aparte de perder el rumbo económico, perdió
la capacidad de reclamar justicia; perdió en términos generales el rumbo, llegó
la “modernidad”
para indicarle que es mejor hacer televisiones para los gringos que sembrar y
cosechar maíz para los mexicanos; esa “modernidad” que disfrazada de Halloween
(aunque mi estúpido diccionario diga galopín que es algo así como sinvergüenza)
intenta desplazar al “día de muertos” esa “modernidad”
tan moderna que deja a 50 millones de compatriotas fuera de las márgenes del “desarrollo”
y es capaz de generar un punado (contado con los dedos de una mano) de
multimillonarios en dólares.
Ese NUESTRO México, del que los “modernizadores” se han
apropiado y nos han dejado al margen, ese NUESTRO México que parece
pertenecerles a ellos y en el que nosotros somos sólo parte de las piezas que
se acomodan a su antojo.
Ese México en el que “Todos presentamos un impacto de bala en la
cabeza” y ni siquiera tenemos posibilidad de reclamar autopsia; menos
que se investigue al delincuente y mucho menos que se le castigue.
Ese NUESTRO México en el que sólo tenemos derecho a ser
sepultados.
SALUD
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