En 1987 el PARM (partido satélite del Estado Mexicano fundado en 1954 por Lázaro Cárdenas del Río) “ofreció” la candidatura a la Presidencia de la República a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano (que junto con un grupo de “distinguidos” se había separado del PRI bajo la denominación de Corriente Democrática.
Ya para ese entonces la “partidocracia” dominaba el escenario
político nacional, creo que fueron 14 partidos políticos los participantes en
la elección federal de 1988 y de ellos cuatro postularon a Cárdenas.
En un acto de convicción personal de parte Heberto Castillo
(viejo líder del PC y PCM) y apoyado por amplios sectores de la izquierda
mexicana, el ingeniero Castillo que ya era candidato del PMS “decidió” declinar
a favor de Cárdenas.
Ese proceso electoral característico del “México moderno”
estuvo plagado de inequidades y resultó (además del primer ejercicio
democrático participativo) en un verdadero fiasco para el Estado mexicano en el
mundo, pues aparte de las trapacerías conocidas, se “vendió” a la opinión pública
nacional la posibilidad de unj seguimiento electrónico (computacional) de los
resultados (que a la distancia puedo asegurar que en ese año NO EXISTÍA equipo
ni sistemas capaces de realizar esa tarea) el equivalente del PREP de 1988 se
cayó para callar una verdad histórica, LA “OPOSICIÓN” GANÓ la Presidencia de la
República, pero NO SE LE RECONOCIÓ el triunfo.
La “familia revolucionaria” se partió en dos los “modernizadores”
que se quedaron con la estructura del PRI, con la Presidencia de la República y
las arcas nacionales (un par de administraciones más) y los “democráticos” que
se enquistaron en las estructuras partidistas de “izquierda” (aunque algunos
fueron a la derecha y otros al centro)
Desde entonces los partidos políticos se convirtieron en
parte del problema de México y en los posibilitadores del cambio, son los “líderes”
de esas estructuras los que han favorecido el ahondamiento de las inequidades
socioeconómicas nacionales.
En 2000 la “alternancia” se hace posible gracias a tres
cosas, un candidato con dinero (con “apoyos” legales e ilegales) “echado pa’lante”
(aunque con muy poca capacidad administrativa y gubernamental) y el “cansancio”
de la población.
El poder cambió de partido pero no de manos, las estructuras
básicas y la capacidad de hacer quedó en manos de los mismos de siempre, se dividieron
las arcas nacionales.
En 2006 una nueva corriente de “esperanza” recorrió el
territorio, la organización social fue impresionante, se cimbró el “estado de derecha”
que tenía en su poder la partidocracia.
Un proceso ejemplar logró el triunfo (nuevamente) de la izquierda
pese a la “guerra sucia” que se emprendió desde el poder (institucional y
fáctico) contra su candidato. No se
reconoció el triunfo.
Ahora “festejamos” el nacimiento de una nueva “estructura
partidista” de una nueva posibilidad de “cambiar a México” y yo me pregunto ¿qué
vamos a hacer diferente? Que haremos para evitar que esa nueva estructura político
partidista no se convierta en otro más de los entes políticos que con “sus
decisiones” mantienen sumido al país en la pobreza, la marginación, la falta de
administración y la desigualdad social.
¿cómo vamos a evitar que ese partido político al paso de
unos años (no muchos) haya sido coptado por burócratas que sólo piensan en
seguir cobrando (en dinero y privilegios) y se conviertan en uno más de los “tomadores”
de decisiones y de pelo del pueblo mexicano.
Desde mi particular punto de vista, no creo en la necesidad
de una nueva estructura partidista, no me gusta decirlo, pero debemos hacer que
los partidos que existen hagan lo que tienen que hacer, empezando por democratizarse
de manera abierta a la sociedad.
SALUD
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