viernes, 27 de noviembre de 2015

Cuando la cobija deja de alcanzar

Hace unos días fue hecha pública la solicitud del Ministerio Público para ejercer acción legal contra un “dignísimo” representante de la impunidad del PVEM y pues el señor Escobar dejó de ser subsecretario en gobernación, para ahora sólo estar amparado en la cobijita de su partido político, para tener que “negociar” al amparo de una “alianza” histórica que parece cada vez más lejana.

Al respecto yo sostengo que el PVEM vende caras sus caricias (como la aventurera) y ahora parece representar un lastre para el PRI y hasta para el sistema de partidos, por lo que es muy posible que en los procesos electorales locales de 2016, no se conforme la ya tradicional alianza y los “ecologistas” busquen el “cobijo” del PAN o del PRD (o de ambos)

Pero no es de ello de lo que quiero hablar ahora, sino de un señor que se llama Arturo Henriquez Autrey y hasta fungía (aunque en realidad fingía) como titular de la dirección corporativa de Procura y Abastecimiento de PEMEX y de los diversos audios que han sido “filtrados” en relación con un contrato adjudicado por la CFE a OHL en Sonora.

En esas cintas queda claro que José Andrés de Oteyza, Presidente de OHL México, alardea respecto de su intervención ante los directores generales de PEMEX y CFE para lograr ese contrato; pero ya PEMEX deja claro en un comunicado que no hay tal reunión entre el jactancioso personaje y su director general e invita a quienes tengan información de actos de corrupción a “que presenten ante la autoridad judicial las pruebas

El señor Emilio Lozoya Austin se deslinda pues de ese acto vergonzoso y se acaba con ello la sospecha que los mexicanos puedan tener al respecto; pero “casualmente” en un escueto comunicado de prensa que el mismo Lozoya: “nombró a Gustavo Escobar Carré como encargado de despacho de la dirección corporativa de Procura y Abastecimiento en sustitución de Arturo Henriquez Autrey, quien presentó su renuncia al cargo”, como acto por separado y sin mayor trascendencia.

El señor Henriquez Autrey fue expuesto hace unos días en una fotografía muy cómodo y a gusto en compañía de Amado Yáñez, director de Oceanografía (la empresa predilecta de PEMEX durante el régimen panista) en Los Cabos en octubre de 2013.

Los cuestionamientos sobre las asignaciones de los “grandes” contratos de los organismos y las dependencias del sector público a ciertas compañías o consorcios; son sistemáticas y permanentes, no dejan de aparecer en medios y simplemente se batean con “presenten las pruebas” cuando las pruebas están a la vista, la inmensa connivencia de funcionarios de alto nivel de esas dependencias y organismos con los beneficiarios del régimen son a todas luces innegables.

La podredumbre en PEMEX, en CFE, en el ISSSTE, en el IMSS y en otros muchos organismos y dependencias del sector público apesta y la cobija de impunidad parece dejar de alcanzar para todos, claro primero se van los más débiles, pero en el corto plazo (dicen que ya está descobijado) Mario Beauregard, director corporativo de Finanzas y hasta Lozoya Austin, parecen viables desempleados.

Todo sea por proteger al verdadero corrupto mayor, al dueño de las canicas y de la casa blanca, aunque en realidad el jaloneo de la cobijita parece llegar a límites no vistos desde la administración de Miguel de la Madrid y parece que ya dejó de alcanzar para cubrir la mierda que salta  a todos los niveles.

Mañana viaja Peña Nieto a Francia, parece que además de la agenda oficial, será atendido de un cáncer en un centro hospitalario de primer mundo, pues los de México siguen siendo para los mexicanos; hay fuertes versiones que algunos de los niveles del gabinete están inquietos pues ya les urge que les suelten el freno para desbocar en la carrera presidencial.

Hay además mucha inquietud entre algunos de los que se siente con mucho derecho a estar presentes en la boleta electoral de 2018, pues parece que si la corrupción sigue manchando al PRI ellos pierden capacidad de movilización.

En fin, entre el hartazgo de esos señores y de los verdaderos dueños de México, señalan al Ejército (ahora ya muy cuestionado) y todos (todo el sistema) se debilita.

SALUD

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miércoles, 25 de noviembre de 2015

Cannabis; el tamaño del negocio

Dicen que Rafael Caro Quintero, tras su detención en 1985 dijo algo así como: “si me dejan, yo pago la deuda externa, sólo con las ganancias de la venta de marihuana a los Estados Unidos” pues bien, en 1977, según datos de la DEA el 90 por ciento de los consumidores de drogas estadounidenses consumían marihuana y el 90% del total de ese consumo era proveído por México (entonces controlado por el Cartel de Guadalajara (que deriva en lo que ahora conocemos como el Cartel de Sinaloa)

Hoy el consumo de marihuana en Estados Unidos es producida de manera doméstica en casi la mitad del consumo y este ha disminuido de manera sistemática (aunque los consumidores han aumentado de manera regular), es decir cada consumidor de cese opiáceo consume menor cantidad.

De hecho en la “Evaluación 2015 de la amenaza de las drogas” la misma DEA señala que la calidad de la marihuana mexicana es muy baja y que la producción local es de muy alta calidad lo que ha disminuido la cantidad de consumo per cápita.

Así pues, la marihuana que se vende en los mercados locales es en parte, la producción que no puede comercializarse en los Estados Unidos, debido a su “baja calidad” hoy, como dije en el tamaño del problema, estamos hablando de entre 1.2 y 1.5 millones de consumidores regulares de esa droga; algunos de los cuales tienen su propias formas de cultivo y procesamiento.

Bajo esos parámetros, en mi opinión el mercado debe de ser de entre 23 y 25 mil toneladas al año (para este año) de las cuales quizá hasta una tercera parte son de autoproducción, pues tanto en zonas rurales como en localidades medias y grandes ciudades, muchos consumidores mantienen una o varias plantas para su autoconsumo;[1] es decir entre 15 y 16 mil toneladas serían parte del comercio ilegal de la droga; los principales centros urbanos nacionales (unas cincuenta o setenta ciudades) deben ser el destino de la mayor parte de ese producto, hace unos 10 años conocí un estudio de “inteligencia” militar que señalaba los cuatro centros urbanos más grandes del país y Cancún como el destino del 75% del total de las drogas ilegales.

Así pues, los productores que generalmente “rentan[2] la tierra que  produce la marihuana por unos cuantos pesos, que son las comunidades agrícolas las que cuidan y cosechan esas superficies, obtienen ese producto casi regalado pero se requieren unas 2 mil ó dos mil quinientas hectáreas que suponiendo unos 15 mil pesos por hectárea como gastos generales, nos dan 40 millones de pesos; que incluyen la “renta” de la tierra y cuidado del cultivo y que se quedan en las comunidades como parte de los “ingresos” locales.

Una vez en el mercado minorista urbano la marihuana puede comercializarse en cantidades que van de 50 a 100 gramos, que van de uno a dos pesos por gramo; lo que hace suponer un total de 25 mil millones de pesos.

El producto que se comercializa en muchas zonas urbanas marginadas de las grandes ciudades, va entremezclado hasta con pastos comunes u otras yerbas, lo que prevé a los vendedores al menudeo de algunos pesos más de ingresos.
De esos 25 mil millones de pesos que estamos hablando quizá hasta la quinta parte sean ganancias de los productores (de los rentistas de la tierra) y hasta unos 3 mil millones de pesos más estarían siendo distribuidos entre algunos jefes policiacos (y militares) para la protección de esas cosechas.

En resumen los 17 mil millones de pesos restantes, se quedan en toda una gran cadena de transportistas (burros y correos), limpiadores, secadores, empacadores, guardias (incluidos los policías de barrio que reciben una pequeña tajada de algún comerciante menor), medio mayoristas y minoristas; una cadena por cierto muy larga y poco remunerada.

Tras recurrir a expertos y conocedores del tema, logramos dilucidar que en ella debe haber unos 500 mil personas[3] y en las escalas más altas de distribución (quizá un par de decenas de miles de transportistas y vendedores al mayoreo)se deben quedar otros 8 mil millones de pesos; en resumen los restantes 9 ó 10 mil millones de pesos son lo que se distribuye toda la cadena de comercialización del producto.

En promedio unos 20 mil pesos al año (menos de 2 mil pesos mensuales) que en más de la mitad de ellos sirven (en el mejor de los casos) para mantener su vicio y en la otra parte son apenas un ingreso de supervivencia.[4]

El tamaño del negocio denominé a esta eculubración (por cierto no podré publicar ahí debido a que Facebook decidió cancelar mis publicaciones desde ese blog) sólo para hacer ver que el verdadero negocio se concentra en no más de 20 mil personas; unas 2 mil obtendrán ingresos promedios de más de 40 millones al año; otras 18 mil unos 4 ó 4.5 millones al año y el resto apenas sobrevivirán con el ingreso de esa actividad ilegal.

Así tres cosas son inminentes ante la posibilidad de la despenalización en el consumo de cannabis:
  • Habrá que pensar en que parte de la economía familiar de unas 200 mil familias será mermada.
  • Unos 250 mil consumidores que ahora sobrellevan su consumo, dependencia o adicción; gracias a ser copartícipes de la cadena de distribución, podrán caer en las redes de actividades violentas para conseguir recursos para su adquisición.
  • Seguramente la parte de delincuencia organizada pasará a actividades legales gracias a la benevolencia de nuestros legisladores.[5]

SALUD

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[1]     Al respecto, les platico que hacia principios de la década de los noventa, un escuadrón del Ejercito mexicano, ingresó a las áreas públicas de Tlatelolco, con la consigna de destruir los plantíos de marihuana que ahí existían; una anciana de unos 75 años de edad les reclamó pues según ella, esa planta era lo único que calmaba sus dolores y fue detenida; unas horas después un grupo de vecinos logramos que el teniente del Ejército (al mando del escuadrón) retirara los cargos.
[2]     En realidad amenazan campesinos, familias y comunidades enteras y les entregan una cantidad de dinero que en muchas ocasiones no alcanza para la subsistencia.
[3]     De ellas más de dos terceras partes son consumidores de la yerba.
[4]     Como parte de los cuerpos policiacos y pequeños comerciantes de alcohol en comunidades periféricas complementan un ingreso formal.
[5]     Ahí podemos incluir a Vicente Fox, Genaro García Luna y otros muy conocidos capos oficiales.

sábado, 21 de noviembre de 2015

#RicardoAlemánMiente

En realidad sr. Alemán, la industria del “periodismo de opinión” es mucho más rentable, pues deja millones a unos cuantos, ustedes que convertidos en meretrices transitan por las “oficinas de prensa” de dependencias y organismos oficiales, recogiendo el cerote (como dijo la “distinguida” senadora Layda Sansores), aun te recuerdo cando en 1996-1997 siendo titular de Agricultura el sr. Labastida, pasabas a “saludarlo” (y por un sobrecito) de manera regular.

También me han platicado tus frecuentes visitas a la SEP del pequeño hombrecito Emilio Chuayffet para lo mismo y tus desgañitados gritos de “paren a la CNTE” o “ya basta de privilegios”; en fin, Ricardo hace años que tu visión de lo que pasa en México, dista mucho de la visión de cientos de miles de mexicanos, de millones de mujeres y hombres que a diario se ven sometidos por un régimen de injusticias e inequidades.

Ya desde la fundación de La Jornada, tu visión de México estaba absolutamente guiada por los “avisadores” del régimen salinista.

En tu muy cargada de ira columna, haces referencia a los 43 jóvenes estudiantes de una normal rural de Ayotzinapa para acabar diciendo “se hizo el milagro de convertir en crimen de Estado un asesinato a manos de matarifes del narcotráfico”, tú ves ahí un milagro, los mexicanos muchos mexicanos vemos ahí simplemente la gota que derramó un vaso lleno de injusticia y desigualdad; antes que esos 43 hay casi 20 mil desaparecidos, hay más de 100 mil asesinatos, hay casi 200 mil desplazados; pero hay sobre todo, un Estado absolutamente ausente de los grandes problemas nacionales, sumido en su autocomplacencia y acompañado por pseudoperiodistas que lejos de hacerle ver a esos administradores de la mediocridad la realidad, son embarrados por el régimen para ensalzarlos o para simplemente no hacer “muchas olas” con sus fracasos.

Es verdad, las redes sociales se han convertido en un misil envenenado, pero ustedes los “periodistas” los hacedores de opinión pública, se encargan a diario en repetirnos que “ahí sólo una muy pequeña parte de la sociedad mexicana interactúa” entonces la verdadera razón de tus improperios esta en otra mucho más profunda y seguramente de índole económico, pues tus chayotes han mermado, ahora los “patrocinadores” exigen audiencias y “pagan” en función de impactos y tu dejaste de tenerlos hace mucho tiempo.

Hasta personajes muy obtusos como López Dóriga, Ferriz de Con, Ruiz Healy (el verdadero dice él) y Fernanda Familiar, entendieron hace mucho tiempo que el futuro de la “comunicación” estaba en las plataformas digitales; los medios del mundo (TODOS) han migrado a esas plataformas y hoy su principal negocio dejó de ser la impresión de panfletos.

Y tú sólo en una paginita de autopromoción con ventas exclusivas al gobierno (SEMARNAT, STPS y Presidencia) muestras el nivel de tu mediocridad.

Ricardo cuando hablas de la “industria del desprestigio, la mentira y el engaño” seguro te salió sangre de la lengua, pues te reflejaste de cuerpo entero (como decía Don Julio Sherer) en tu propia frase y sólo te puedo decir que SI importa la validez, la seriedad y el propósito de la información y que es precisamente en razón de ello que como dice el reporte de El Universal, hoy tu columna es la menos vista de todas.

En alguna ocasión (seguro hace más de dos años) te escuché decir, junto a tu patiño en el programa de radio que hay profesionales que suben videos a YouTube y ganan miles de pesos con ello, aunque eso fuera cierto, simplemente indica que esas personas tienen mayor credibilidad que tu o se dirigen a un público que les cree.

El improperio que ayer lanzaste contra uno de los candidatos y quienes en él creen (que por cierto parecen ser más que los que creen en el régimen y sus representantes en el proceso electoral), no es más que el nivel de tu capacidad, no muestra otra cosa que el nivel de desesperación que tus patrones reflejan en ti, no es más que el tamaño del miedo a perder tus últimas prebendas, en fin, junto a la victoria electoral de un gran movimiento, viene tu irremediable olvido.


En fin, tus mentiras se limitan a tres falacias: una inmensa aversión a López Obrador, una estúpida perorata contra profesores y todo lo que su lucha significa y una muy pobre defensa de un gobierno absolutamente inútil.  Tú ya no tienes la capacidad de dirigirte a un público que te crea o cada día es menos ese estrato; tus mentiras ya sólo llegan a una minoría y eso no te permite influir en nada y menos extorsionar al gobierno.
SALUD

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miércoles, 11 de noviembre de 2015

Cannabis: consumo, adicción, dependencia.

Dicen nuestras “autoridades” sanitarias que el Estado mexicano interviene en materia de adicciones, basado en el tercer párrafo del Artículo 4° constitucional que dice “Toda persona tiene derecho a la protección de la salud” y señala que las acciones en materia de “prevención y atención de las adicciones” se definen en la Ley General de Salud y en el Programa contra la Farmacodependencia.

En este último instrumento en algún momento se dice que los “adictos son aquellas personas que dependen del consumo de sustancias psicoactivas, en perjuicio de su salud física y psicológica, la de su familia y su entorno cercano. Por tanto, se asume en forma indistinta que un adicto, drogadicto o farmacodependiente, es aquél que física y psicológicamente depende del consumo de una o más drogas

Esa es la única definición concreta en ese instrumento legal que está destinado, según esas fabulosos “autoridades” a prevenir y atender las adicciones; inmediatamente después de ella y haciendo absoluto caso omiso de la misma, refiere al consumo de estupefacientes de manera absolutamente equívoca a “quien haya consumido el algún momento de su vida” dejando de lado su propia definición y cualquier lógica de definición precisa del tamaño del problema y por lo tanto de la intención de enfrentarlo.

Es la NOM -028-SSA2-1999, para la prevención, tratamiento y control de las adicciones; la que define de manera indistinta adicción o dependencia como “al conjunto de fenómenos del comportamiento, cognoscitivos y fisiológicos, que se desarrollan luego del consumo repetido de una sustancia psicoactiva” tan impreciso como vago.
Ahí mismo se define al consumo como “al rubro genérico que agrupa diversos patrones de uso y abuso de éstas sustancias, ya sean medicamentos o tóxicos naturales, químicos o sintéticos” otra vaguedad.
Pues bien para nuestros muy sesudos administradores de la salud en materia de farmacodependencia, el consumo es el uso y abuso; y, la adicción se da luego del consumo repetido; parece sencillo, pero no le es tanto, pues en qué momento llega a ser repetido el uso o como permiten esas “definiciones” a un ministerio público diferenciar entre consumidor y adicto.

Incluso la Ley de Narcomenudeo, no considera el consumo como delito y la Ley General de Salud establece “dosis máximas de consumo personal e inmediato” (que tampoco se definen en ninguna parte), que se han considerado como las cantidades “permitidas” para transportar de manera personal para consumo individual.

Pese a ello en México entre la publicación de esas normas jurídicas y 2013, la PGR detuvo a más de 140 mil personas por “consumo” y llevó a trámite judicial a más de 50 mil de ellos (datos de Catalina Pérez Correa y Karen Silva Mora, El Estado frente al consumo y los consumidores de drogas ilícitas en México)

Un usuario (en cualquier momento de su vida) no puede, no debe ser considerado adicto; no es parte de los beneficiarios de las políticas públicas destinadas a atender las adicciones; incluso un usuario consuetudinario y regular de cannabis que no afecta más que su salud (como un consumidor de azúcares o un adicto a carbohidratos) no debiera de ser parte de esos beneficiarios de manera inmediata.

Así, si sabemos que hay 1.2 (quizá 1.5) millones de usuarios permanentes de drogas ilegales (de los que quizá 1 o 1.2 millones son de cannabis) si podemos definir con precisión en que momento un usuario pasa a ser adicto y podemos saber por el entorno y el daño causado a él cuando ese adicto puede convertirse en un potencial riesgo social, podremos establecer el tamaño del universo a atender.

Si la Comisión Nacional contra las Adicciones, en lugar de establecer un umbral de atención “a todos los mexicanos que en algún momento de su vida hayan consumido” tuviera claridad en el tamaño de su público usuario, seguramente la política de prevención y atención sería mucho mejor.

Pero con un “comisionado” que antes que velar por los intereses de los usuarios de drogas ilegales, lame las botas del patrón y anuncia su “férrea defensa de la política prohibicionista” pues estamos jodidos.

SALUD

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martes, 10 de noviembre de 2015

Cannabis, el tamaño del problema

En México, el “instrumento” que nos indica el número de usuarios de drogas legales e ilegales es la Encuesta Nacional de Adicciones (por cierto, la última disponible es de 2011) así que el primer problema real respecto de ese fenómeno social es su desconocimiento; su falta de rigor en la medición de un problema lleva a la incompetencia para poder atacarlo.

Sólo por señalar alguna ciudad de los Estados Unidos, digamos Filadelfia, ahí desde hace más de tres décadas existe información sistemática del número de adictos, los hábitos de consumo y los grupos de riesgo (si hoy se te ocurre preguntar a la administración local, te pueden decir que tienen 7,421 cocainómanos y los grupos de edad por sexo de ellos); la administración de esa ciudad, la administración del estado de Pensilvania y la administración federal destinan recursos para la prevención de adicciones, para la atención de adicciones y para la rehabilitación de adictos.

Intenta hacer una pregunta similar en cualquiera de las capitales estatales de este país y (cuando menos) te tachan de estúpido, cuando en realidad la estupidez, incompetencia, torpeza y hasta corrupción es sólo suya.
Bien, esa encuesta nos dice que en nuestro país el problema de adicciones para población de 12 a 65 años de edad es de este tamaño:

Adicción
% de la población
Personas (e)
Uso en el último año de cualquier droga ilegal
1.5
1’207,800
Consumo activo de tabaco en el último año
21.7
17’472,800
Consumo alto de alcohol en el último año
32.8
26’410,600
Para 2011 (año de la encuesta) apenas poco más de 1.2 millones de mexicanos consumían de manera regular alguna droga ilegal en nuestro país, casi 17.5 millones (casi 15 veces más consumían tabaco de manera regular y 26.4 millones (casi 22 veces más) alcohol.

Un problema no tan severo en cuanto a números; volviendo a las comparaciones que tanto le gustan a nuestros “analistas” sociales, según el National Survey on Drug Use and Health de Estados Unidos, casi 20 millones de norteamericanos consumieron en 2013 marihuana de manera cotidiana y más de 7 millones consumían algún psicoterapéutico (prescrito) eso significa más del 8% de la población del mismo estrato poblacional consume marihuana y casi 3% de esa misma población tiene prescrito algún psicotrópico.

No hay estudio científico alguno que señale, demuestre o incluso considere de manera seria la dependencia orgánica respecto de la sustancia activa de la marihuana; los científicos y estudiosos de la salud y esta droga, lo más que afirman es que llega a generarse una dependencia psicológica entre el consumidor y la cannabis, generalmente atribuida a cuestiones de inseguridad del consumidor o a desviaciones de carácter.

Los mayores riesgos que se expresan respecto del consumidor consuetudinario de marihuana es que tras algún tiempo buscarán drogas más fuertes o consumirán otras drogas que si causan dependencia física.

Algunos estudios que valoran la dependencia psicológica, señalan que algunos usuarios incrementan de manera importante el consumo de la marihuana, tras periodos prolongados de uso, buscando una evasión de la realidad.
Aun un consumo inmoderado de ese producto, no puede llevar a una sobredosis, pues se requerirían algo así como 80 mil dosis para lograrlo, lo cual no puede suceder.

Bien, ya conocido el tamaño del problema con drogas ilegales (y legales) en México habrá que señalar que en materia de uso de alcohol (principal problema de adicción nacional), desde hace más de una década se han instrumentado y permanecen algunas medidas que permitieron atacar ese flagelo; hoy el número de muertes como resultado del consumo de alcohol se ha reducido de manera sustancial en la Zona Metropolitana del DF y algunas otras.

Si la marihuana no genera dependencia física, si la marihuana no puede propiciar la muerte (por su efecto directo) y si el consumo de esa droga hoy en México puede llegar a unos 1.2 millones de personas; será necesario establecer, las principales áreas de consumo, los estratos poblacionales consumidores y las causas de ese consumo; todo ello con miras a la instrumentación de un gran programa de difusión, que proporcione información científica respecto de los efectos y el daño social que causa.

Aunque quizá una reflexión pertinente y seria, sería destinar menos recursos a la persecución de delincuentes y más a la prevención de las adicciones; México destina un Ejército a atacar delincuentes y unos cuantos pesos a informar para la prevención, cambiemos esa correlación.

SALUD

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